Capítulo 20: Calurosa bienvenida (1)

31 4 38
                                    

Arco 03 — Entre dragones,  gatos y ratones


I.


Despierta, Kouta...


Sentía como si flotara, aunque probablemente así era. Su cuerpo, por algunas horas, quedó a la deriva en el mar, yendo con el oleaje primero salvaje luego más calmo.


Kouta...


Conocía esa voz. Pudo imaginar la silueta de una mujer, conformada por un aura de agua cristalina. No fue problema imaginar su cabellera ondear de un lado a otro mientras velaba por él mientras dormía.

Rusalka.


Necesito que despiertes, Kouta. Todas nosotras lo necesitamos... Mi hermana tiene problemas, ya lo sabes, encuentra al barón de los montes y sálvala. Estaré esperando donde acordamos, pero debes despertar de una vez.

Despierta...

Despierta...



II.


—¡Kouta, despierta!

—A un lado, esto lo despierta. ¡Arriba, pulgoso!

Abrió los ojos justo en el momento en que Sundance arrojaba un puñado de agua salada en su cara. Sus ojos ardieron como si se quemaran. Kouta rodó en la arena, aullando como un perro herido, pero al fin con los cinco sentidos bien despiertos.

—¡¿Quieren dejarme ciego?! —bramó.

—No sería mala idea dejarte mudo —repuso una voz carente de emociones.

—¡Kouta, estás bien! —Felt lo abrazó con la fuerza suficiente como para quitarle el poco aire de sus pulmones. Casi parecía que la elfa iba a llorar—. ¡Menos mal! ¡Creí que morías! Ya sabes, no tienes tanta fuerza como nosotras, pero...

Por sobre el hombro de la mujer, Kouta miró a cada uno de los presentes.

Todos estaban en lo que parecía la playa de una isla, llena de arena blanca y pequeñas conchas de mar por doquier: Shizuka tomaba su cabellera y la exprimía para retirar el agua (con lo cual el chico supuso que no había pasado mucho tiempo desde que habían llegado allí); Sundance sonreía socarronamente, todavía divertido con la broma al chico; Yoake sujetaba una enorme cuerda fabricada con... ¿algas? ¿era posible?; La soga sujetaba por los brazos a una chica de cabello azul celeste con ropajes del reino Soprano, es decir, a la carcelera; La chica (de no más de quince años) lo miraba con una mezcla de miedo y enojo mientras temblaba de frío.

Todos estaban llenos de arena y algas.

—¿Qué pasó? —preguntó Kouta—. ¿Y los demás?

—Cuando caíste al mar todos te seguimos —respondió Felt, liberándolo para darle un respiro—. Eran demasiados Magorians, hubiéramos muerto en el barco.

—Incluso uno de aquí tuvo que darte respiración de boca a boca —agregó Yoake—. ¿Adivinas quien fue?

Kouta prefirió desviar su atención a una incógnita más importante.

—Pero... ¡Chikara! ¡Kenji! ¡Odette!

Negaron con la cabeza. Los sucesos habían transcurrido demasiado rápido; La tormenta los había arrastrado a la fuerza y nadie sabía nada acerca de la suerte de los demás. Era factible pensar que aun estuviesen cautivos.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora