Capítulo 20: Calurosa bienvenida (3)

41 3 47
                                    

IV.


—Vamos, es por aquí~

La chica comenzó un animado avance, como si estuviesen en un lindo día de campo bajo el alegre sol, y no en una cueva que no paraba de temblar a causa de los golpes y rugidos que las fieras emitían desde el exterior.

Sus zapatos de goma chirriaban a cada paso.

Los demás se miraron unos a otros sin saber exactamente qué hacer.

—¿Qué pasa? —preguntó Chiara al darse cuenta de esto.

—No sabemos a dónde vamos —respondió Shizuka—. ¿Quién eres tú?

—Ya se los dije, soy Chiara. —Se llevó un dedo a los "labios", pensativa—. Soy... un limo, creo que no tengo para decir más. ¡Ah! ¡Y vamos a ver a la gran matriarca! ¿Se quieren quedar aquí?

No esperó respuesta y reanudó su marcha, perdiéndose en una nueva bifurcación.

Sin muchas más opciones decidieron seguirla. No tardaron mucho en dejar atrás los feroces rugidos.

Gran matriarca. Kouta podía imaginar a Kenji muy emocionado «¡¿Escuchaste eso, compadre?! ¡Gran matriarca! ¡Como el anciano de Namek!» Pensar en sus camaradas perdidos le oprimió el pecho.

—Felt —dijo de pronto, parando en seco—. ¡Oye, Chiara! Mi amiga sigue allí fuera.

—¿Sabes exactamente dónde? —La limo señaló múltiples entradas a lo largo del conducto—. Esto está conectado al subsuelo, sale en muchas partes como un laberinto. Si sabes el lugar donde ella está...

—No lo sé —replicó—. Pero...

—Entonces es mejor hablar primero con la gran matriarca —aseveró Chiara con alegría—. ¡Vamos más rápido!

—¿Y cómo sabemos que no nos llevas con esos locos que casi nos matan? —inquirió Sundance—. Digo, a lo mejor también somos tu presa y nos engañas para entregarnos y llevarte todo el crédito.

No pareció hacerle mucha gracia a la extrovertida limo. Su sonrisa desapareció por completo y dedicó una especial mirada al bravucón pirata. Soltó un suspiro y miró al suelo, desconsolada.

—Jamás ayudaría a tipos como esos —soltó con tristeza—. Yao... Schläger, jamás debieron llegar a la isla.

—Schläger... —repitió Sundance y abrió los ojos con temor y sorpresa. Compartió una mirada de entendimiento con Yoake, pero no se atrevió a decir más al respecto—. Yo... te creo, limo, te creo.

—Sabemos que dices la verdad —añadió Shizuka—. No detecto malas intenciones en tu persona. —Bajo la voz y añadió—. Aunque no soy muy buena detectando energías de los limos.

—¡Escuche eso! —gritó la limo, cada vez más molesta. Se dio la vuelta y avanzó, sin volver a voltear—. ¡Andando! Debí dejar que se los comieran, ¡cielos!

La caminata se volvió más silenciosa.

Algo incomodaba a Zargas, quien estaba casi hasta el final de la comitiva. Era... como si alguien la observara con demasiada insistencia y, aunque al principio intentó ignorarlo, el punto de incomodidad alcanzó su límite.

Miró sobre su hombro, descubriendo a Kouta y Lana, ambos caminando a la par mirando la cabeza de la chica como si esperasen que los cuernos volviesen a surgir.

—¿Qué quieren, idiotas? —preguntó la asesina.

—¿De verdad eres un dragón? —Kouta señaló su propia cabeza—. Quiero decir... ¡vamos! Esos cuernos y... Bueno, ¿lo eres? ¿Un dragón como los que estaban afuera?

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora