Capítulo 13: Reencuentro y partida (4)

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Parte 4


Después de tanto revuelo ocasionado, tras haber obligado a Kenji a soltar uno de sus sacos de saphires como pago por alterar el orden, los pocos curiosos que aún quedaban se disiparon. Todos felices con un nuevo capital que habría de servir para las reparaciones del puerto. La Paz de Stella sin duda siempre solucionaba los problemas de los demás.

En menos de media hora, ya el grupo de Kouta se encontraba en el puesto de avanzada del gremio. El lugar no ofrecía lo mejor en cuanto a ambiente, debido al viento que de vez en vez entraba por las múltiples ranuras del lugar, revoloteando documentos mal colocados en la tabla de misiones o incluso derramando las cervezas a medio beber que algunos aventureros ya degustaban en mesas alejadas.

No se podía pedir más dado los recientes sucesos, aunque no era como si los miembros de la Paz de Stella fueran lo que uno llamaría elitistas.

En compañía de los extraños conocidos, Shizuka se encargaría de relatar todo lo relacionado a los días de separación: la petición de Xylon, el arma ancestral y, por supuesto, el arribo de un alto guardián.

Todo sonaba muy fantasioso, pero bastó una mirada al chico de grises cabellos para saber que nada era broma.

—Mmm, es decir que los salvó un tal Absol —murmuró Felt. La elfa se llevó una mano a la oreja derecha, tallándola con suavidad mientras parecía pensar—. ¿Por qué siento que he escuchado ese nombre antes?

—Entendí que se sitúa en el frente de batalla —señaló Kouta—. No sé... debe ser muy conocido, ¿no? ¿Un caballero?

—No parecía para nada un caballero ~degozaru —Chikara apoyó su cabeza en la mesa. Su cola se erizaba ante la insistente mirada de Felt, aunque trataba de ignorarla.

Era la parte que mayor curiosidad despertaba en los chicos. Un hombre con rasgos tan distintivos, cuya fuerza quizás se equiparaba al de un alto guardián. ¿Cómo es que nadie en todo el puerto podía saber de él? Kouta maldecía la escasez de recursos de comunicación en el mundo.

El silencio se asentó sin que nadie de los presentes se diera cuenta. Era incómodo, no tenían mucho más de que hablar, salvo sus siguientes movimientos. Y eso, para los amigos de Kouta, parecía algo difícil de hacer con un montón de extraños que parecían más interesados en pedir algo de cerveza, la cual les sería llevada en un santiamén.

—¿Qué hay con ustedes? —inquirió Felt, entornando la mirada—. ¿Son aventureros?

—Podría decirse que sí, elfa —presumió Sundance con voz socarrona. Alzó el tarro de cerveza como si fuera una espada, una espada que derramó gotas ámbar en la mesa—. Vamos a donde el viento y la marea nos lleva, libres como las hadas de los bosques. Tenemos una alianza, dejaremos este puerto, pero antes vendría bien saber nuestros nombres.

—Claro —La cara de las chicas cambió a una de desagrado cuando Chariot tomó la palabra—, hemos de saber el nombre de todas estas bellezas. Ustedes saben los nuestros, pero yo no he sido bendecido con la fortuna...

—Soy Faylinnesse —atajó la chica—. Faylinnesse Von Astrea, si quieren pueden llamarme solo Faylinnesse.

—Había olvidado lo difícil que es tu nombre —murmuró Kouta, provocando una risa por parte de Chikara.

Caso contrario, ninguno en el equipo de Sundance mostró la más leve de las sonrisas. Miraron a su capitán, cómo este daba un rápido trago a su cerveza antes de dejarla en la mesa y fingir un acceso de tos.

—Así que Faylinnesse —Miró con atención a la confundida elfa—. De la familia Astrea, ¿cierto? ¿En el reino de Arabella?

—Sí, ¿qué pasa con eso?

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora