23: Peligrosa alianza (3)

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III.


Con la llegada del anochecer la llovizna cedió en la isla. Los cielos se abrieron para dar paso a un cielo estrellado con una luna creciente que resplandecía débilmente. En el centro del refugio todo eran murmullos de los slime, sumándose a las hojas de los arbustos que emitían tonadas musicales cada vez que una gota (o una Lana que no podía contener su curiosidad) las golpeteaba. Kouta permanecía en el centro del refugio; había sido sumergido en el estanque hasta el cuello, muchos slimes pequeños nadaban con él, brillando levemente para curarlo. Las bolitas saltaban, apretujándose entre ellas, emitiendo risillas curiosas.

Durante la tarde, cuando Kouta se cansó de gritar, Felt contó todo cuanto había pasado. Cómo por su pésimo sentido de orientación había terminado sola, escapando toda la noche antes de ser encontrada. Su encuentro con Yao le permitió saber a Kouta que la temible ex comandante había secuestrado a Shizuka por aparentes ordenes de una akubat.

Parece que Yao es muy agresiva, pensó, si esa akubat no hubiera llegado, ¿qué habría pasado?

—Por eso se marcharon esas ratas voladoras —comentó Zargas, quien permanecía sentada detrás de una protectora Felt—. Cuando Schläger se enteró que tenían una centauro inmediatamente ordenó su captura. Es muy lista —añadió entornando la mirada—. Dijo algo acerca de que no te atreverías a irte sin intentar ir por ella.

—Tú deberías estar muerta en ese momento —reprochó Kouta, ahora que Sundance y Felt estaban presentes se atrevía a emplear un tono despectivo—. ¿Por qué sigues con vida?

—Cuida tu tono —advirtió la chica, y Kouta hundió ligeramente la cabeza en el agua—. No olvides lo que dijiste, Muranushi. Ya sabes lo que pasó con tu amiguita, ahora dime quién eres. ¿Vas a explicarme todo o no? Si lo haces, tal vez te cuente algunas cosas.

¿Qué más da?, pensó Kouta.

—No es mi culpa si no crees lo que te digo, ¿entiendes?

—A estas alturas puedo creer lo que sea.

Kouta no omitió detalle alguno. Reveló ser de otro mundo, haber entrado a un bosque de su instituto junto a sus dos amigos, y cómo desde allí Rookwod los había secuestrado y separado por todo Hanazono. La reunión con Minerva, la misión encomendada justo antes de iniciar su travesía.

Las heridas y el dolor le pasaron factura a Kouta. Por momentos debía dormitar, haciendo que a ratos la historia pasara a ser contada por Felt. Fue un resumen lleno de detalles, sorprendiendo no solo a la asesina sino también a Sundance, Yoake e incluso a Lana, quien poco a poco se acercaba hasta estar junto a ellos, olvidando que los criminales no eran de su agrado.

De regreso al anochecer, Zargas meditaba profundamente todo lo que ahora sabía. Entendía mejor las cosas, pero solo le enfureció saber que la única razón por la que un perdedor como Kouta seguía con vida era simplemente porque así lo había querido Minerva.

—Lo maté desde el principio —murmuró, parecía estar a punto de llorar del coraje—. Lo maté, y solo porque esa diosa de porquería quiso lo revivió. Oye, Muranushi, deja que te corté la cabeza —dijo como si se le ocurriera de repente—. Si la diosa no quiere que falles entonces te la volverá a pegar.

—¡Aléjate de Kouta! —ordenó la elfa.

—Eso sería interesante de ver —pensó Sundance en voz alta—. ¡Es broma, es broma! —añadió cuando Felt lo miró con intenciones asesinas—. Aun no me decido si creer toda esa historia o no. Pero es cierto que tienes muchísima suerte, pulgoso.

Estuvieron un rato más, hablando acerca de Shizuka, convenciendo a Kouta de calmarse pues ya quería ir a salvarla. Sundance aseguró que la comandante no la tocaría de momento (Vamos, si la atrapó para ser una rehén entonces la mantendrá así. Podemos estar seguros de que la tiene atada por allí). Era alarmante el odio irracional que Yao podía sentir por los centauros debido a su propia historia, pero incluso esa preocupación tenía una esperanza gracias a los caprichos de la Reina Akubat.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora