Capítulo 07: Petición bajo el agua

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Kouta no sabía con exactitud en donde se encontraba. Todo a su alrededor relucía con un pulcro blanco, todo era silencioso. ¿De nuevo visitaba a Minerva?

—No lo creo, Kouta. Estos no parecen los cielos de Hanazonoland.

—¿Tú qué haces aquí?

Ondeando su vestido con un inexistente viento, Bel se hallaba a su lado, mirándolo todo con curiosidad. Al igual que sus vestimentas, su sedoso cabello se agitaba levemente. Kouta notó que lo mismo pasaba con él. Era como si estuviesen bajo el agua, pero podía respirar sin ningún problema.

Tan pronto pensó esto, todo se volvió literalmente el fondo de un lago, o quizás del mar, no lo sabía. Había agua por todas partes, pequeñas algas crecían y... ¿coral? Tenía que ser el mar.

—¡Qué bonito! —Bel se había acercado para tomar una caracola—. Kouta, Kouta, ¿dónde estamos?

—No lo sé...

—Claro, si lo supieras yo lo sabría, je, je.

—Oye —Kouta frunció el ceño—. ¡No toques nada! Preocúpate un poco, ¿sí?

—¿Por qué? —dijo Bel, sacudiendo la caracola sin piedad—. ¿Qué crees que va a...?

Un chirrido, un desagradable sonido, les hizo a ambos cubrirse los oídos. Una sombra surgió delante de ellos, tomando la ya conocida forma de un escudo zafiro. Durante una fracción de segundos lo observaron atónitos antes de que aquél lacerante chirrido se repitiera, como si quisiera dejarlos sordos de por vida.

—¡¿Por qué no se calla?! —preguntó Kouta—. ¿¡Quiere matarnos!? ¿Es otro tipo de ataque?

—Creo... ¡Creo que intenta hablar!

—¡Ah, claro! —replicó el chico, furioso—. ¡Qué bueno que hablo chirridoñol, siempre supe que sería de utilidad aprenderlo!

—Tú no sabes chirri-no sé qué... ¡Ni siquiera existe eso!

Por suerte aquella escandalera cesó por un momento, quedando todo en silencio. Apenas tuvieron tiempo de relajarse un poco ya que el arma, al notar que Bel y Kouta no hacían movimiento alguno, retomó su resonar todavía más potente.

—¡Ya cállate! —Kouta trató de escapar—. ¡¡Me rindo!!

Entonces calló.

—Él dice que acepta tus inútiles esfuerzos, no planea pelear más.

Confundido, con los oídos silbándoles en medio del bendito silencio, Kouta se volvió hacia Bel. Pero la niña se encogió de hombros, cruzando los brazos en una equis, diciendo que no había sido ella quien había alzado la voz.

De hecho, la dueña de aquellas palabras poseía un timbre más maduro, más sereno, pensar en lo mucho que aquél tono coincidía con el de su compañera Shizuka le hizo pensar que una mujer seria era quien había hablado. Pero no podía verla por ningún sitio.

—¿Quién dijo eso? —preguntó al arma—. ¿Fuiste tú?

Ante su pregunta, una silueta acuática haría acto de presencia, situándose debajo del gigantesco escudo. No tenía una forma definida más allá de la figura de una voluptuosa mujer de largos cabellos, pero nada más podía ser apreciado. Era como si el capricho de la naturaleza formase un remolino allí abajo, dándole una curiosa forma.

Por instinto, Bel corrió hasta esconderse detrás de Kouta, negándose siquiera a intentar mirar de reojo a la recién llegada.

—¿Y tú quién eres? —preguntó el chico, sorprendido de ver que Bel le tuviese miedo—. ¿Eres el arma o algo así?

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora