Capítulo 20: Calurosa bienvenida (2)

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III.


Pronto el chico se arrepintió de cargar con la "caballera" de los Soprano.

Boost era una magia que servía para liberar ondas de maná intermitentes, permitiendo proezas que hacían parecer que la fuerza física aumentaba. Se requería tiempo y práctica para dominarla y hacer buen uso de ella. Dos cosas que el chico no tenía.

Podía dar un solo golpe potenciado con Reforce, sí.

Podía cargar con Lana como si fuera una pluma antes de recibir un golpe en los bajos, sí.

Pero cargar con ella y correr era algo que sobrepasaba sus límites.

Apenas avanzó unos metros y ya sus brazos ardían por el sobreesfuerzo.

—¡Bájate! —gritó al tiempo que la dejaba caer de sentón.

—¡Auch! —Lana la miró con susto—. ¡¿M-me vas a dejar?!

—¡Bang! —Un dedo índice apuntó a las ataduras en los brazos de la chica. Un destello las rompió—. ¡Listo! ¡Corre!

—¡¡Fueeeh!!

Una lanza surcó los aires y cayó muy cerca de la aterrada chica, quien no podía dar crédito a lo que el muchacho había hecho.

—¿Qué haces tarada? —dijo viendo como todos los dejaban atrás—. ¡Arriba!

La ayudó a levantarse y pronto ambos corrían con todas sus fuerzas con los demás. Más lanzas y hachas volaron por todas partes, fallando por gran suerte. Quien quiera que fuesen sus perseguidores no eran grandes maestros en el manejo de sus armas.

—Hey —gritó de pronto Zargas—. ¿A dónde va la elfa?

El pésimo sentido de orientación de Felt le jugaba en contra, superándose a sí misma. Sin pensar en lo que hacía, ya se adentraba entre los juglares, sin mirar atrás, creyendo que tomaba el rumbo correcto y que era seguida por los demás.

—¡Tenía que ser! —rugió Kouta y soltó una palabrota—. ¡Vamos por ella!

Pero la peli morada tenía buena condición física y ya se había perdido. Los demás entraron entre matorrales húmedos, mosquitos, y extrañas setas que soltaban notas musicales al ser aplastadas o rozadas. Grillos soltaban otras notas; Algunas plantas parecían quejarse con voz humana; Los troncos de los árboles cambiaban de color dependiendo de la perspectiva desde el que se los mirase; Cuando una flecha o lanza fallaba y aterrizaba en alguna planta, enredaderas u tallos se enroscaban en ellos con intenciones de no soltarlos.

Era como si el bosque estuviese vivo, toda una belleza digna de ser apreciada.

Mas las condiciones no permitían tal cosa.

—¡¡Felt!! —gritó Kouta, pero no respondía y ya no se veía por ningún lado—. ¡Me lleva!

Lana tropezó.

Una flecha estuvo a punto de caer en su espalda baja. A tiempo Kouta se interpuso y la punta hirió las carnes de su hombro. Soltó una maldición más y, con malos modos, usó Boost para poner a Lana de nuevo en pie.

—¡Corre!

—P-pero... ¡tu brazo!

—¡El culo me va a quedar peor si nos agarran!

La tomó de la mano y corrieron juntos en contra de la muerte.

Al menos eso hubiera esperado Lana.

Kouta la empujó violentamente y no tuvo más opción que correr o recibir una patada en el trasero.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora