Capítulo 13: Reencuentro y partida (5)

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Parte 5


Los preparativos finales se llevaban a cabo.

Según las palabras de Sundance, tenían un trato con un grupo de mercaderes. Un navío disponible para compartir siempre que ayudaran a cargar con las mercancías adquiridas: licores, frutos, vestimentas, entre otras cosas esenciales. Partía a mediodía, hora ya muy próxima.

El pelirrojo junto a la mayor parte de su tripulación ayudaban con la tarea. Shizuka y Felt también se ofrecieron solo para ver que todo estuviese en orden; La elfa en especial aun no confiaba del todo en esos hombres. Por su parte, Kenji tenía horas en el gremio, bebiendo y charlando con el peli-naranja Yoake, con quién parecía estar formando una buena amistad.

Todos apresurándose, ansiosos por partir.

Ninguno tenía tanta emoción como cierta campesina que ahora disfrutaba de la brisa marina.

—¿No es grandioso, Kouta? —preguntó Odette con una radiante sonrisa. Se hallaban en la playa donde el chico solía entrenar—. Después de tanto... al fin dejaremos este sitio. ¿Cómo será el mundo allí fuera? —insistió, juntando sus manos—. Se siente... raro. ¡No pude dormir en toda la noche! Oye... ¿me estás escuchando?

Tras recibir un golpe particularmente doloroso por parte de Chikara, el chico tomaba un descanso a la orilla del mar, junto a Odette. Justo en esos momentos había decidido ceder a su impulso natural y vomitar el desayuno de la mañana. En medio de arcadas, no estaba de humor para las tonterías de la campesina.

—Kouta, ¿Kouta? —Odette jalaba al chico de su camisa, con infantil insistencia—. Hey, Kouta... ¿Te duele mucho?

Además de sus ropas nuevas, Kouta ya había hecho un par de compras a los mismos mercaderes que su equipo ayudaba. Un peto y brazales lo hacían ahora sentir más seguro. De hecho, tanta era su confianza que había pedido a la kitsune que lo golpeará con todas sus fuerzas en el entrenamiento, desembocando en un mal resultado.

—No, Odette, no me duele —respondió con un irritante sarcasmo—. El peto me protegió, solo vomito por felicidad. ¿No se nota?

—¿En serio? Es una forma muy rara de expresarlo —replicó Odette con un dedo en los labios. Enseguida volvió a sonreír y tomó una piedra para arrojarla al mar—. Entonces, ¿no te sientes emocionado por el viaje?

—No realmente.

No podía mentir respecto a eso, pensó Kouta. Finalmente dejaban el pequeño continente, y eso significaba comenzar una exasperante búsqueda o mejor dicho dos dado que tenía que pensar en Hideo también. Largos viajes y muchos problemas, era lo primero que le venía a la mente. No era algo que lo alentase mucho.

Claro que por Kohane seguiría avanzando, pero eso no eliminaba sus pesares. No en esos momentos al menos.

—Además... —Miró discretamente por sobre su hombro—. Chikara...

La kitsune se encontraba a unos metros de dónde estaban ellos. En cuclillas, jugaba con un pequeño porchi que parecía haberse escapado del puerto. Odette la miró, llamando su atención.

—¿Qué tiene? —preguntó confundida—. Yo la veo bien.

Los Kitsunes eran una especie rara en Hanazonoland, Kouta lo tenía muy presente ahora. Era considerada valiosa, alguien muy codiciada. Allá donde fueran llamaría mucho la atención de personas que probablemente no tendrían buenas intenciones.

Absol había señalado lo mucho que debía protegerla. Mas él no era ningún héroe, ¿tenía lo necesario para protegerla? Por supuesto que no, y pensar en que algo malo podría pasarle casi le hacía desear no tener que dejar el continente con ella.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora