Capítulo 14: Alianza (1) & (2)

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                                        Arco 2.5 — La garra Soprano


Parte 1


Tan pronto sentir el impacto del fuerte golpetazo de Zarc, Kouta estaba seguro de haber rodado varios metros en el suelo, algo difícil dada su posición. Se reincorporó, gritando el nombre del limo, solo para darse cuenta de que su alrededor consistía de un solo lienzo en blanco, sin olor ni sensaciones. Nadie se encontraba a su alrededor.

Casi nadie...

—¿Tú otra vez? —preguntó Kouta, molesto.

Perfecto, escapamos del continente en un barco robado, ¿puede haber algo peor? ¿Qué sentido tiene este viaje?

El otro Kouta —no se le ocurría otro modo de llamarlo— yacía a pocos metros de él, tan pesimista y cabizbajo como la última vez. Sin detenerse ni un solo momento para respirar siquiera, no paraba de quejarse en una voz particularmente baja.

Oye, ¿no es mejor rendirnos de una vez? El mundo es extenso, ¿en serio crees que podrás encontrar a la heredera? ¿Y si morimos en el barco? Esos piratas podrían matarnos antes de despertar siquiera. ¿Por qué todos a mi alrededor son tan estúpidos?

—¡Ya cállate! —gritó Kouta. Ya bastante alterado estaba como para agregar las tonterías dichas por aquel idiota amargado. Miró a todas partes, buscando a la otra moradora en su interior—. ¿Bel? ¿¡Bel!?

—Sí, soy Bel —respondió la vocecilla a sus espaldas. La chiquilla parecía haber aparecido de la nada, con una sonrisa que denotaba la alegría de tener de vuelta al chico—. Ese golpe debió dolerte, ¿estás bien?

—No, ¿cómo puedo estar bien? ¿Qué hago aquí? —preguntó el chico, tratando de alzar su voz por sobre las quejas incesantes del otro Kouta—. ¡No puedes hacer que se calle!

—Por desgracia no —repuso Bel, haciendo una mueca. Comenzó a caminar, alejándose del quejumbroso, siendo seguida de cerca por Kouta—. ¿Sabes? A veces me harta un poco, pero es mi culpa haber intentado separarlo de ti así que no me puedo quejar.

Mirando de soslayo, Kouta no perdía vista del otro Kouta, quien ahora se sentaba para cubrir su cabeza entre sus brazos. ¿De verdad era una parte de él?, pensó con vergüenza. Él no era tan patético, ¿o sí?

De cualquier forma, tenía mejores cosas en que pensar. Como preguntarle a Bel el motivo por el cual estaba de regreso en ese pequeño rincón de su alma.

—Kouta, solo sé lo que tú sabes —suspiró—. También sé que quieres que te diga que hacer respecto a lo que acaba de pasar, pero no puedo hacer nada. Sé que te encantaría que resolvieran tus problemas, pero ya no eres un niño. —Soltó una pequeña risilla, mirando con algo de burla el malhumorado rostro del otro—. Fue... algo muy tonto, tienes que admitirlo.

—Cállate —espetó Kouta, buscando en vano algo a su alrededor—. Y... si no sabes que hago aquí, ¿qué?

—¿Qué...? ¿Con qué?

—¿Solo espero a despertar y ya? —La preocupación invadió al chico. No saber lo que ocurría era inquietante. ¿Qué estarían haciendo los demás? Confiaba en que no armarían una contienda con los piratas—. ¡Ya me quiero ir!

—¿Tan pronto? —Bel giró sobre su eje—. Podemos jugar un poco. ¡Mira! ¡Mira!

Dando dos pequeños saltos de un lado a otro, Bel chasqueó los dedos. Inmediatamente todo el entorno cambio. Como si un enorme pincel invisible bosquejara a su alrededor, se dio paso a formaciones rocosas de las cuales pronto nacieron árboles. El sonido del oleaje sorprendió a Kouta, diciéndole que más allá del peñasco ya conocido se extendía el mar bajo un cielo despejado y un sol que traía bochorno.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera [Vol. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora