X: Al límite

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Brianna

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La vida en ocasiones es injusta para ciertas personas que no merecen lo que reciben, por eso me gusta impartir equidad en mi manera de gobernar y sentenciar condenas. No me gusta cuando intentan verme cara de tonta —la cuál no tengo— cuando en realidad me entero de todo lo que sucede entre mi gente, ya sean vasallos, servidumbre o soldados.

El noventa y cinco por ciento de mis hombres son leales en su totalidad a mí y no permiten que se realicen motines en mi contra a manos de la minoría que probablemente son nuevos soldados que no me conocen bien o quieren ganar dinero u oro ilícito entregándome.

Debo estar más alerta con todo mi alrededor, pero no quiero vivir como una psicótica desconfiando de todo mi entorno, tengo que mantener la cabeza fría y pensar con claridad todos los pasos que doy. Raimond estará al pendiente de seguir advirtiendo a todos que no se les ocurra voltearse contra mi porque mi respuesta ante ellos será mortal.

El día de hoy se marchará Carlos rumbo a Escocia bajo la protección de mi madre «Tiana Armstrong» quien gobierna en mi lugar ante mi ausencia. Confío plenamente en que ella hará un gran trabajo con mi país, al igual que Bástian con Inglaterra.

Recuerdo cuando éramos niños y con mi familia visitábamos Francia, Bástian y yo jugábamos a que nos casaríamos «sabiendo que algún día yo me desposaría con su hermanastro» y mi hermana Aline y Frédéric jugaban a que ellos se casarían. Nunca fui tan cercana con Frédéric, pues Bastián y yo teníamos más cosas en común.

Después de tantas citas con infinidades de príncipes de todos los lugares del mundo, siendo tan solo una pequeña. Jamás pensé que el día de casarme verdaderamente llegaría. Siempre recuerdo aquel brazalete que le obsequié a uno de los que pensé que sería el elegido. Claramente no fue así. Mi padre y el rey Henry eran buenos amigos y querían unir nuestras coronas, aunque mi madre insistiera en buscar distintas opciones.

Cuando crecimos, Bástian y yo nos convertimos en grandes amigos, después de que Frédéric y yo nos casamos él siempre vivió en el palacio y sin embargo le regalamos una hermosa propiedad a las afueras de París. Mi hermana Aline fue asesinada el mismo día que mi padre, ambos viajaban juntos a visitar tierras aledañas cuando fueron interceptados por los verdugos.

Me levanto de la silla del piano en la que me encontraba tocando una melodía para desestresarme de todo y me alejo hacia la ventana para ver los verdes jardines de la zona frontal del palacio. Respiro profundamente y me retiro para ir a lo que debo hacer. «No quiero despedirme de él» es un pequeño atisbo de felicidad que no quiero soltar y menos en estos momentos de oscuridad perpetua donde lo necesito más que nunca.

Pero no está a salvo aquí, no puedo ser egoísta y ponerlo en peligro por un capricho. Debo ser fuerte por mi cuenta y dejar de poner en manos de los demás el poder de mantener estable mi estado de ánimo. No he perdido la fe en mí, ni la cordura a pesar de lo que me han arrebatado en este último mes. Y pienso mantenerme así.

Subo a mis aposentos donde Lihena y Zanet preparan a Carlos para su partida. Raimond ya está esperando abajo con el grupo de hombres que lo trasladarán a Escocia. Tomo su pequeña mano para caminar juntos mientras Lihena y Zanet nos acompañan. A mitad de camino nos encontramos con el rey Rogerio quien saluda amablemente, al llegar a la entrada allí se encuentra el carruaje listo, el rey Daeron salió para despedirse.

—Alteza, ha sido todo un honor tenerlo en mis tierras y haber compartido tiempo con usted.

—Muchas gracias a usted, rey Daeron —entona su dulce e inocente voz—, me divertí en su palacio. Algún día lo venceré con los duelos de espadas.

Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora