XXXIII: Retrouvailles [final]

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Brianna


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Terminan de colocar su equipaje en el carruaje Lihena y Zanet, mientras subimos con Courtois. El cochero avanza rápidamente después de que le doy orden para que se apresure. Todos los recuerdos de los momentos que viví en Bohemia recorren mi mente mientras nos alejamos.

Pero más retumban y duelen todos los que viví con él, suspiro profundamente mientras observo desde la ventanilla el camino, las rocas del terreno, los caballos de los guardias de mi ejército que nos respaldan y velan por nuestra seguridad.

Una lágrima se desliza por mi mejilla, me siento desdichada en este preciso instante, ¿por qué nada me sale bien últimamente? De que me sirvió ser condescendiente con el Rey de Bohemia si él hizo conmigo lo que quiso.

Me siento usada, es una sensación incómoda que se revuelve en todo mi interior, quisiera llorar de manera desgarradora como mi corazón me lo implora, pero esa debilidad solo me hará decaer más, cuando más fuerte debo ser. En mi mente estoy redactando la carta que le enviaré a Rogerio aceptando su propuesta.

«No es lo que quiero» y no por mí, sino por él. Rogerio Valente es un buen hombre que no merece las migajas de un amor a medias, que no existe. Lo quiero mucho, pero no como él a mi.

Se convirtió en un soporte cuando estuve decaída, lo veo como un gran amigo y me duele sentir que lo voy a usar para un beneficio, pero no tengo más salidas, no tengo más opciones. Me confié demasiado en un amor incierto, el cual no era certero que funcionaría. «Y no lo hizo», me entregué completamente en cuerpo y alma: y no funcionó.

Gritos exaltados y herraduras de caballo se escuchan a lo lejos, acercándose cada vez más. Me timbro saliendo de mi trance y volteando a todos lados para averiguar que sucede.

Saco la cabeza por la ventanilla y observo a Daeron venir a toda marcha hacia nosotros. «Por favor no, no vengas a desestabilizarme otra vez». El cochero se detiene abruptamente, mientras nosotros nos tambaleamos por el inesperado movimiento.

—¡Brianna! —grita mi nombre—. ¡Alto! —llega desesperado mientras baja del caballo de un salto y corre hasta llegar a la ventanilla—. ¿A dónde te vas?

—A Francia. —Le respondo seriamente—. Debo regresar.

—Hablemos, por favor —me suplica—. ¿Puedes salir un momento?

—Ya hablé lo que tenía que hablar contigo y todo quedó claro.

—No —se adelanta a decir—. Por favor. —Insiste.

Respiro profundo y abro la puerta del carruaje para bajar los escalones. Pero me quedo allí con la puerta abierta. Lihena, Zanet y Courtois miran la escena expectantes. Courtois está más que todo confundido, pues no está al tanto de la situación íntima entre Daeron y yo.

—¿Qué quieres? Ya no lo hagas más difícil, por favor.

—¿Por qué te vas? —iquiere, la desilusión en su mirada parece sincera. ¿Y todavía lo pregunta?—. No te vayas por favor, no me dejes en la agobiante soledad.

Qué descaro.

—Voy a casarme con Rogerio. —Confieso.

—No, no lo acepto. —Me observa dubitativo.

—No estoy pidiendo tu permiso, Daeron. —Ruedo los ojos.

—Tú has traspasado todas mis barreras. No puedo vivir sin ti. —Me confiesa mientras baja la cabeza para que no pueda notar que sus ojos se han empañado.

Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora