IX: Freya

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Daeron

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Observo fijamente el rubí de mi anillo, el brillo que resplandece del oro que rodea a la piedra preciosa me nubla la mente. Lo muevo de un lado a otro entre mis dedos y vuelvo a fijar mi vista en el Obispo Lepord, quien está hablando pero yo solo veo sus labios moverse porque no le estoy prestando ni una pizca de atención. 

Estamos en una reunión donde habíamos tocado el tema de negocio con el rey Rogerio y el Obispo se ha tomado un espacio para hablar de la peregrinación que me está pidiendo que haga. «¿Pero acaso se ha vuelto loco?» 

—Obispo Lepord, es bien sabido que yo no soy un hombre devoto de la religión. Así que me parece ridículo que me pida hacer una peregrinación, obviamente no iré caminando a Roma para obtener la bendición del Papa. No busco la purificación de nada, entienda de una vez por todas —lo miro fijamente—. Oh, claro, ¿Asesino gente a diestra y siniestra y voy a ir a pedir bendiciones? No puedo ser tan hipócrita para pedir perdón por actos de los que no me arrepiento, no me nace hacer falsedades como ustedes. Si iré al infierno por mis pecados pues que me reciba Satanás, no le temo a nada de lo que me espera después de la muerte, que le quede claro. 

—Majestad —me observa indignado negando con la cabeza—. No logro entender cuál es su pugna con la religión, suena usted demasiado indolente. 

—Ah, ¿No logra entender? ¡No sea mentiroso que sabemos muy bien que entiende perfectamente! Soy indolente porque gracias a circunstancias duras de la vida, ya nada logra lastimarme —me acomodo en la silla apoyando mi codo en el reposabrazos—. Doy por terminada esta reunión, que pasen por favor Dante y Raimond, los demás pueden retirarse de inmediato.

Me obedecen todos y salen del salón de reuniones, espero unos minutos cuando entran por la puerta Dante y Raimond, ambos hacen una reverencia y toman asiento en la mesa. 

—Los he mandado a llamar para comenzar a dar ideas, la guerra nos está pisando los talones y aún no planeamos nada. —Comienzo—. Recuerden que los alemanes ya saben que la reina se encuentra en mis tierras y bajo mi protección. En cualquier momento será la primera batalla y debemos estar preparados. 

—Sí Majestad, creo que hemos bajado demasiado tiempo la guardia. —Habla el Alférez de la reina. 

Y entonces recuerdo que la reina Brianna quería estar presente en esta reunión.

«¿Estará ocupada?» 

—¿Alguno ha visto a la reina? Ella quería asistir. 

No sé si lo que quiero es tomarla en cuenta o simplemente quiero verla, después del momento de anoche no he podido dejar de pensar en lo que hablamos. Quisiera saber más sobre ella.

—Majestad —Dante deja su espada sobre la mesa—, va a sonar grosero pero no creo que sea conveniente ya que este es un tema para caballeros experimentados en guerra, sólo quien ha peleado cuerpo a cuerpo en batallas sabe lo que es estar allí. 

—Si me permite… —Iba a comentar algo Raimond cuando se abre la puerta abruptamente, mostrándonos la figura imponente de la reina.

—Me parece que les había dejado claro que me apetecía estar presente en esta reunión específicamente. —Habla molesta. 

—Disculpe, reina Brianna. Ya íbamos a enviar a alguien a llamarla. —le hablo con sinceridad. Si quería tomarla en cuenta y aceptar su petición de estar presente, tiene derecho a ver y saber lo que vamos a planear los Alféreces y yo. 

Camina lentamente para tomar asiento en una de las sillas y nos lanza una mirada recelosa a Dante y a mí.

Vaya, qué dramática. Demasiado para mi gusto.

Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora