XXIV: Bienvenido al infierno

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Brianna

~♛~

Despierto temprano, lavo mi rostro adormilado en la palangana que está en la alcoba. Me coloco la bata y doy vuelta para ver al hombre que duerme plácidamente sobre la cama, las mariposas vuelan en mi estómago al apreciar lo bello que es y lo divino que se ve, hasta las pocas cicatrices de guerra que posee alrededor de su cuerpo le lucen de maravilla.

Y ésta faceta íntima que he experimentado estos dos días me tiene cautivada, Daeron a simple vista parece un hombre sin sentimientos, cruel y frívolo. Pero en realidad muy en el fondo hay un alma dócil que aún puede sentir, cuando se lo propone.

Salgo de la casona para caminar por los jardines en busca de la planta que necesito. En el palacio no vi que tuvieran plantadas, están a punto de extinguirse según lo que escuché.  Después de unos quince minutos de búsqueda la encuentro «silfio», no sé si comerla directamente o preparar un té.

Probablemente haga ambas, para tener mayor efectividad. Entro nuevamente a la cocina y coloco un poco de agua a hervir en el fogón que se encuentra encendido. Tomo unos cuantos pétalos para meterlos en mi boca y comenzar a masticar.

—¿Qué haces? —me interrumpe la voz de Daeron, asustándome en el proceso.

Coloco la mano en mi pecho para calmarme.

—Me asustaste —sonrío, aliviada—. Preparo un té de Silfio.

—¿Y también lo comes? —me mira extrañado.

—Para que tenga mejor efecto —me encojo de hombros—. Es mejor prevenir que lamentar, hemos sido muy irresponsables cuando tenemos relaciones.

—Tienes razón. Iba a sugerir lo mismo.

—Aunque creo que no puedo tener hijos —confieso con tristeza—, porque jamás pude procrear con mi esposo. Pero de igual manera, no debo confiarme.

—Es verdad, cariño. No estamos para tropiezos, cuando se avecina una guerra.

—Y tampoco puedo tener hijos fuera de matrimonio. Ni está bien.

Matrimonio... Cada vez que pienso en esa palabra mi estómago se revuelve por la presión que ella conlleva para mi.

Noto su expresión incómoda, pero no es molesta, así que decido obviarla.

—Tranquilo, no es una propuesta. —me rio para apaciguar cualquier tensión—. Oye, tengo una pregunta importante.

—¿Qué será? —me observa intrigado.

—¿Qué has dicho en el palacio por nuestra ausencia de dos días? —inquiero, curiosa.

—Le dije a Memphis que visitaríamos varios pueblos en busca de armeros capacitados, para que se unieran a nosotros.

Sonrío divertida, si supieran allá lo que hemos hecho este fin de semana en realidad.

—Eres todo un caso, Daeron Firenhell.

—Lo soy. —Admite encogiéndose de hombros, despreocupado.

Luego de preparar y tomarme el té anticonceptivo «u abortivo en su defecto», desayunamos algo para ir a bañarnos y prepararnos para regresar. Es hora de volver a la realidad, donde nos espera mucho trabajo, aún hay una guerra que seguir planeando, hombres que seguir entrenando y estrategias que seguir trazando. No hay más tiempo para descansos u escapadas íntimas. La batalla final nos respira en la nuca y no podemos desaprovechar un solo segundo más.

Cuando estamos listos, salimos en busca de Golden y Topacio para partir de vuelta al palacio real de Bohemia. Intentamos disfrutar el paseo de nuestra cabalgata de regreso, Daeron bromea con el tema de las formas de las nubes «le gustó ese juego» y me hace reír con sus ocurrencias. Cuando faltan unos diez minutos para llegar, se detiene para pedirme que baje del caballo por un minuto, lo hago y él también se baja. Camina hacia mí y me envuelve en un fuerte abrazo.

Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora