Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓

XI: "No es una cita"

Brianna

~♛~

¿Por qué no pensamos con claridad en nuestros actos de estupidez antes de cometerlos?

¿Qué hice?

¿Qué hicimos?

¡Por Dios!

Camino de un lado a otro por mi habitación con los brazos entrecruzados y la mirada perdida en el suelo cuestionandome todo lo que sucedió anoche.

Primero: ¿Cómo pude dejar que alguien me viera llorar? Llorar demuestra debilidad y yo no quiero que nadie asuma que hay una pizca de eso en mí.

Segundo: ¿Cómo se me ocurre dejarme llevar por el infame rey Daeron?

Bueno, no voy a negar que quizás necesitaba un poco de afecto carnal, pero de igual manera ¿Por qué con él? Habiendo tantos hombres comunes para hacer esas cosas.

Aún mi dolor es latente por la pérdida de mi esposo pero, soy mujer y no soy de hierro, la carne es débil y más cuando siempre he sido una mujer a la que le encanta ser satisfecha en la intimidad.

Anoche perdí la cabeza con el rey Daeron «y no voy a negar que me encantó» fue un momento salvaje donde casi caigo bajo sus excitantes garras, como él quería. Su tacto sobre mi piel todavía arde y revivo el toque de sus labios en los míos haciéndome sentir palpitaciones por todo mi cuerpo.

¿Por qué tiene que ser tan guapo y sensual?

¿¡Por qué!?

Su porte de frialdad lo hace ver más atractivo de lo que ya es. «y me asusta que eso me llame demasiado la atención». No quiero cruzarme con él por eso no he salido aún de mis aposentos.

Respiro profundo y tomo el valor para por lo menos salir de la habitación en busca de Lihena y Zanet para que me acompañen y no sentirme tan liviana caminando sola. Abro la puerta y miro hacia los lados para cerciorame de que no esté «él» rondando por allí. Los ujieres se vuelven para verme extrañados «Dios mío, estoy haciendo el ridículo», les sonrío apenada y salgo.

Camino despacio cuidando mis pasos por los pasillos y viendo a los alrededores. «Debo parecer una demente, seguramente», me relajo al no ver a nadie y comienzo a caminar tranquila en busca de mis damas.

Volteo para cerciorarme de que nadie venga detrás de mí y justo en ese segundo desprevenida mi cuerpo choca de frente con un duro pecho. Casi me voy al suelo por el rebote del impacto pero tomaron mis dos brazos para estabilizarme e impedirlo.

«Maldición, justamente» No quería cruzarmelo y aquí estoy frente a sus paradisíacos ojos azules que me ven serios pero fijamente.

—Buen día. —Después de unos segundos reacciono y hablo. «Que incómoda me siento».

—Buen día, Reina Brianna —respira profundo—. Ya que me la encuentro quiero disculparme con usted por... Por lo de anoche.

Es algo que quiero olvidar que ocurrió porque cada vez que lo recuerdo me dan escalofríos y me da rabia conmigo misma por haberme desplomado justamente en la cocina. «Odio que me vean llorar»

¿Qué va a pensar ahora?

¡Qué soy débil y vulnerable!

Y nadie debe tener ese concepto de mí.

—Es mejor que nuestras mentes traten de olvidar que eso ocurrió —comienzo—. Hagamos como que no pasó nada —«¿En serio?»—. Y sigamos adelante como dos personas adultas que tuvieron un momento de arranque que claramente fue un error.