XXIX: Fuego griego

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Brianna


~♛~

Reunión del Consejo de Guerra.


La expresión decaída de Daeron, sus ojeras pronunciadas y su humor caótico me tienen distraída, claramente no ha dormido y algo lo atormenta. ¿Qué será? A pesar de lo que ha sucedido, me preocupa, quisiera que no lo hiciera, pero sí me alarma verlo de esta manera.

Es algo que no puedo evitar; no dejo de mirarlo de soslayo mientras trato de prestar atención, el letargo que lo abruma debe tener un motivo importante, ya que es muy extraño verlo así. Él siempre luce reluciente y pulcro, aunque, debo aceptar que nada podría quitarle lo atractivo a esta bestia.

—Entonces, reina Brianna. —Me habla Courtois, para sacarme del trance de mis pensamientos.

—Ah, sí... Entonces... —Observo a mi Consejero, pidiéndole ayuda con un gesto desesperado, porque no escuché lo que decía anteriormente.

—Iba a introducir y presentar la labor del señor Pilaanis. —Expresa mientras señala al hombre.

—¡Claro! Am, por su puesto. —Me levanto y camino hacia él, aclaro mi garganta para hablar—: él es Normand Pilaanis, ha venido desde Jordania a trabajar para mí. El señor Pilaanis es descendiente de Calínico de Heliópolis. Por si no saben quién fue Calínico, este fue el hombre que inventó el Fuego Griego —explico, todos miran expectantes. Excepto Daeron quien tiene los ojos entrecerrados, con una expresión pensativa—. Ayudó a detener la invasión que amenazaba a Constantinopla en el siglo VII. En la familia de Calínico ha vivido el misterio de la fórmula original del Fuego Griego, pero Normand —coloco mis manos sobre sus hombros—. Ha mejorado dicha fórmula con el pasar de los años, haciéndola más efectiva e infalible —observo a todos a mi alrededor, con una mirada orgullosa—. El señor Pilaanis y yo, traeremos de vuelta el Fuego Griego para recuperar Francia.

Courtois se levanta y comienza a aplaudir, Memphis repite la acción de mi Consejero, haciéndome reír. Estos dos deberían ser mejores amigos, son tal para cual. Daeron rueda los ojos y se levanta.

—A partir de hoy —espira aire, irritado—. Asciendo como mi Guardia Real y Alférez Mayor de mis ejércitos a Uther Dávalon.

¿Qué?

¿Qué ha pasado con Dante?

¿Murió?

¿Es eso lo que lo tiene de este humor?

—Muchas gracias, mi rey, es todo un honor —Uther hinca su rodilla en el suelo—. Juro solemnemente protegerlo a usted, proteger su ejército y su legado.

—Gracias, Uther. Puedes levantarte. En otras noticias —comenta, mirándonos a todos—, debemos adelantar la fecha para el ataque, porque es muy probable que se haya filtrado fuera del palacio información de nuestros planes —espeta, molesto. Dejándonos confundidos—, no es seguro, pero es mejor ser precavidos y actuar antes. Si iba a ser en un mes, ahora será en quince días —«¡¿Qué?», casi todos los presentes quedamos boquiabiertos—; comiencen a preparar todo cuanto antes.

Sin decir más, rodea la mesa y deja el salón de reuniones. Quedo estupefacta por unos segundos intentando procesar lo que acaba de suceder. Me doy vuelta para salir del salón y seguirlo. Cuando lo alcanzo me detengo frente a él, cortándole el paso. Respira profundo y se cruza de brazos, puedo notar su estrés.

—¿Qué fue todo eso? —inquiero—. ¿Qué pasó con Dante?

—Me traicionó. —Intenta rodearme para pasar de mí e ignorarme, pero lo detengo volviéndome a cruzar en su camino. Rueda los ojos.

Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora