XXXII: Una fallida declaración de amor

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Brianna


~♛~


Cuando llegamos al palacio, el doctor revisó de inmediato a Daeron. Cuando lo desvistió y examinó la herida de su brazo, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo con él. «La maldita flecha», nos explicó que estaba infectada por un veneno alemán de efecto tardío llamado «spät», esos hijos de puta envenenaron la flecha para él antes de dispararla.

Daeron estaba en un punto crítico muy grave, por suerte, Normand Pilaanis y su sorprendente conocimiento en boticaria logró preparar un antídoto que tardará un poco en hacer efecto.

Debo admitir que casi pierdo la cabeza y rompí en llanto cuando llegamos al palacio y observé cómo su rostro se estaba tornando de color morado y con las venas pronunciadas.

—¿Se pondrá bien, verdad? —le pregunto al señor Pilaanis.

—Sí, Majestad. —Asegura—. Solo es cuestión de esperar unos días para que el antídoto haga el trabajo de desintoxicación.

—Muchas gracias, Normand, no sé qué habríamos hecho sin usted.

El imaginar que Daeron muriera se siente como una puñalada desgarrando mi corazón.


~•~


Tres días más tarde, la cura ha cumplido con desintoxicar el sistema de Daeron, haciéndolo despertar y cambiar de semblante de manera impresionante. Vuelvo a ver ese perfecto rostro con el aura viva que lo caracteriza.

Respiro profundo y me siento a su lado en la cama.

—No sabes el susto que me diste.

—Lo siento, Freya. —Toma mi mano y besa el dorso delicadamente.

—Sé que no es tu culpa, pero de igual manera me dio mucho miedo perderte.

—La flecha se coló por la ranura de la armadura en la extensión de mi brazo. Fue inevitable. Pero estoy aquí, cariño. —Acaricia mi mejilla son sus nudillos.

Me abalanzo sobre su pecho para envolverlo en un abrazo desesperado. Cierro los ojos y aspiro su aroma, «se acaba de bañar».

—Hoy tengo trabajo que hacer. Uther me comentó que Dante sí nos había mentido en cuanto a la información del paradero de su gente —me cuenta, se ve frustrado y molesto—. Uno de ellos habló mientras era torturado y dio todas las demás coordenadas. Ya Uther se encargó de ellos, ahora me toca encargarme de Dante.

—Tienes que tener cuidado porque...

—Ya estoy bien —me corta abruptamente—. Te lo he dicho muchas veces ya, que hace falta mucho más que tonterías para lastimar a Daeron Firenhell. Y no es como que esté pidiendo autorización.

¿Pero qué le pasa?

Giro los ojos y me alejo, enfadada.

—Vete al demonio entonces, ni diré nada más.

Me levanto de la cama para marcharme, pero él me lo impide tomando mi muñeca y atrayéndome nuevamente.

—Perdón, lo siento —me mira con esos ojos del color del cielo que intentan manipularme—. No estoy acostumbrado a que se preocupen así por mi.

—Creí que te había dejado claro que yo sí me intereso por ti —lo miro decepcionada, pensé que nuestra confianza había regresado— de igual manera tengo cosas que hacer —me suelto de su agarre—. Hasta luego.

Me molestan ese tipo de actitudes, no voy a permitir que crea que puede hablarme como se le venga en gana y que yo voy a estar allí como una tonta sin dignidad. Salgo de su alcoba y me dirijo a buscar a Lihena y Zanet.

Kingdom: Fire will Reign [Fire I] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora