[Capítulo 35]

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Narra Helena

La brisa cálida que entraba por la ventana de mi balcón, hacía que en mi piel se escurriera un escalofrío, un escalofrío cálido pero acompañados de un poco de calor, un calor que las sanas cubrirán, pero solo cubrían la mitad de mi cuerpo.

Y era así, como me despertaba poco a poco, con el silencio de la habitación, sin ningún ruido de algún auto, o el de las mucamas entrando y saliendo de la habitación.

— Será mejor que se cancele todo de acuerdo, el jueves estoy de regreso si, en Reino Unido terminare todo de acuerdo — la llamada que atendía Valtazar me hicieron abrir los ojos y darme cuenta que él estaba a mi lado.

— Al fin despertaste — susurro mientras su rostro se acercó a mi mejilla y en ella plasmaba un cálido beso.

— Mmmm yo — murmure eh intente hacer como si nada hubiera pasado.

— Que fue eso Helena — pregunto con un cambio de voz — ¿Y ese murmuró qué? — se sentó sobre la cama y su mirada se fue sobre mí y mi espalda, la cual aún le estaba dando.

—¿Que murmuró? — le pregunte de manera ingenua mientras aún le daba la espalda — Valtazar, no crees que ya es tarde para — intente salir de la cama.

Las manos de Valtazar me arrastraron hasta el centro de la cama y me pusieron boca arriba. — Con que estupidez me vas a salir ahora Helena — dijo en tono agresivo.

— De que me estás hablando ¿Que estupidez? — pregunte rápidamente eh intente zafarme de él. Moví mis manos y las puse sobre su pecho eh intenté quitarlo de encima mía.

— Sabes perfectamente que odio que te pongas de esta manera —

—¿De qué manera Valtazar? ¿Sabes? ni yo sé que es lo que pasa — evitar tanta pregunta era mi única opción.

— Sabes que, haz los que quieras — escupió molesto y se levantó de mi cuerpo.

— Nunca te eh pedido tu permiso pasa hacer algo y nunca lo haré — exclame también molesta y lo empuje para yo poder levantarme.

—¿Que acabas de decirme? — sujeto mi brazo y me lanzo nuevamente sobre la cama. —¿Cómo que nunca me pediría permiso? — gruñón y frunció el seño.

Mis ojos se fueron en busca de los suyos. Por lo natural nuestras miradas se encontraron.

— No sé qué es más peor, si suponer que la noche de ayer si te gustó o pensar que solo querías que te quitara las malditas ganas de cog...—

¡Plash! Mi mano se fue sobre su mejía izquierda.

— En tu miserable vida me vuelvas a decir eso — escupí molesta y empujé su pecho hacia atrás. Pero fue inútil, su cuerpo era una roca — Levante Valtazar — repetí.

— No te perdonaré lo que me acabas de hacer — con sus manos tomo mis muñecas y las llevo juntas arriba de mi cabeza.

—¿Qué, ¿qué haces? — pregunte nerviosa.

— Esto querías no. — alza una ceja — Te quitaré las ganas nuevamente —

¿QUÉ?

—¡No no no! Espera sí. — suplique.

— No. No lo haré — respondió.

En menos de un instante mis manos están siendo amarradas con su cinturón.

— Ahora me dirás que yo soy quien te manda — su tono de voz me decía que estaba un poco molesto y agresivo.

—¡Espera espera ! Que estás haciendo — pregunte asustada mientras él se hincaba sobre la cama y así mismo estaba frente mía — Hay Helena, haré que vuelvas a gemir mi nombre, como lo hiciste ayer — sus manos bajaron a buscar el cierre de su pantalón. Mientras él lo hacía yo no paraba de ver como su amigo remarcaba hasta por encima de su ropa interior.

— Valtazar no es el momento sí — supliqué — Deja que aclaremos lo que dije si —

— ¿Y Por qué? No tengo que esperar a que me aclares las cosas, cuando tu mismas te pones agresiva con un mal genio ¿Cuándo será el día en que me trates diferente? — tenía toda la razón, Cuando iba a ser el día.

— Solo déjame que te aclare las cosas sí — el empezó abrir abiertas junto con la posición que la tenía frente mía. — Deja que —

Una sus manos se posaron en mi cintura y la otra en mi muslo. — Te dejare hablar hasta que me digas que solo seré yo a quien le pedirás permiso, que seré solo yo tu autoridad —

Lo pateo duro para sacar su cuerpo posado sobre mí. — ¡Dije que ya basta! Más vale que te levantes sino gritare lo más fuerte que pueda—

— ¿Y quién crees que vendrá? La policía, los guardaespaldas, las mucamas o —

— ¡Cállate y quítateme tu cuerpo de mí! — le grite a la cara. El solo apretó sus ojos y frunció el seño.

—Helena— un silencio invadió la habitación y solo se escuchaba nuestra respiración — Que sea la última jodida ves que me gritas a la cara — sujeto mis piernas y las llevo a su cadera, por la posición, mi espalda quedo arqueada — Si sigues de quisquillosa tendré que tratarte como lo hice ayer — susurro a mi oído.

Al escuchar eso mis mejillas empezaron arder y voltee para que no viera mi vergüenza, al recordar lo que pasó la noche de ayer.

Su rostro se acercó a mí —¿Porque lo apena mi amor, ayer no estabas así? — me susurro — Al contrario, me dijiste papi — Su mano empezó a escurrí las sabanas que cubría mis senos — Fue tan excitante escucharte gritar pidiendo—

— Por favor — gire mi rostro y quede frente a frente con el— Lo que paso ayer—

—Lo que paso ayer es que te hice mía cuantas veces quise — me mostro una risilla— Y que a partir de ahora me perteneces —

— Acostarme contigo no significa que te pertenezca —fulmine con la mirada.

Su mirada se tornó seria. — Hay Helena Helena, no hagas que pierda la paciencia— poco a poco empezó acercarse a mis labios — Si no me pertenecieras no estuvieras retorciendo tus piernas en este preciso momento —

Mi corazón salto de los nervios acompañando con mordisco en mis labios al sentir su mano resbalar por mi seno y como sus dedos empezaban a tocar mi pezón.

— te gusta — me pregunta mientras que con su lengua empieza a jugar con mi otro pezón —

Un gemido ahogado salió de mis labios — Val-Valtzar po- por favor— mus manos sujetadas se fueron sobre su cabeza y sujeté de su cabello.

—Si no te gusta no tienes por qué gemir — se le ocurrió decir mientras escurría sus pesos por la parte superior de mi cuerpo.

— No estoy — ¡Ahhhhh!

— jajajaja ja Hay mi amor solo yo sé lo que a ti te gusta — su rostro llego en medio de mis entrepiernas — Sigo o me detengo — me pregunta antes de continuar con su maldita excitación.

Voltee mi rostro a un lado y deje que unos mechones de mi cabello lo cubrieran— Haz lo que tú quieras —

¡Ahhhh! gemí.

Mordí mi labio inferior y apreté aún más su cabeza en medio de mis piernas. — ¡Ay Dios mío, ay! — su lengua resbalaba por mis labios menores.

—Yo...— cada palabra que decía salía con un gemido.

— Eres tan sexy— susurro ahí abajo — Y yo soy un chico tan malo— uno de sus dedos empezó a jugar conmigo.

—Por favor — suplique — Ya no sigas —

— Quiero hacerte esto siempre — agrego y empezó a lamer.

— Te hare mia otra vez, hasta que no puedas levantarte de mi cama y yo tenga que cargarte — dijo mientras no dejaba de lamerme y sujetar mis senos...

— Ahora me perteneces —



Disfruten el último.

Besos mis amores. Cuídense siempre mucho xoxoxo a cada una ❤

Me perteneces [2da temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora