CAPÍTULO 5: DYONYSUS

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—Solo falta la foto final y habremos acabado.

—Antuán por Dios que llevamos media hora de pie con los vestidos, que si retoque por aquí, que si alfiler por allá...

Antuán y Ann no paran de chocar entre sí —por culpa de los nervios que llevan acumulando desde la semana pasada—, haciendo que mi cabeza no pare de girar por culpa de sus idas y venidas...

–¿Es que no os dáis cuenta de lo preciosas que vamos? —Pregunto intentando relajar el ambiente, y eso parece ser suficiente para que ambos dejen de moverse y dediquen unos minutos a observarse.

Al mirarme al espejo, tengo que pestañear varias veces para aceptar que los que nos encontramos enfrente somos nosotros.

Necesito parar un momento y apreciar el arte que tiene nuestro italiano. Para darme cuenta de los vestidos preciosos que nos ha confeccionado:

El vestido de Ann constaba de un corsé con transparencias y bien ajustado al cuerpo que acababa en una hermosa cola de sirena. La verdad es que el rojo le sienta extremadamente bien—o como diría ella, muy sexy—, debido al contraste con su piel blanca por no hablar de sus tacones de aguja—que estoy segura que tenían más centímetros que las dos juntas —, del mismo tono que el vestido.

Por otro lado, el traje de Antuán era blanco y hecho a medida —como todos nuestros vestuarios—, pero se le ajustaba tan bien a su cuerpo que le hacía una figura que gritaba elegancia a kilómetros. Además, no nos podemos olvidar del toque Milano, donde se podía detallar una tira de plumas negras que descendía por todo el blazer estilizándolo aún más y contrastando con el color del traje.

Tuve que contenerme para no pegar un grito al ver el resultado mágico de mi amigo: un vestido largo blanco caía alrededor de todo mi cuerpo, con la parte de arriba llena de pedrería de Swarovski, con unos tirantes delgados y un gran escote —que dejaba ver mis atributos—. La parte de abajo es de tul con una apertura lateral que hace que tenga más dinamismo y se entre vea mi pierna con mis tacones plateados.

Los maquillajes eran de lo más naturales, dejando así todo el protagonismo en el vestuario igual que los peinados que también eran sencillos:

Antuán tenía el pelo más liso que de costumbre debido a la mascarilla—que le robó a Ann mientras ella dormía— que se puso durante todo el día.

Ann en cambio llevaba el pelo suelto con ondas discretas, mientras que yo había optado por dejar mi pelo liso hacia un lado, de forma que el vestido hiciera relucir mi cuerpo y el peinado mi cara.

Una vez salimos por la puerta de la habitación, por fin entramos al recinto. Los tres no pudimos evitar no quedarnos boquiabiertos ante la estética de la Grecia antigua, aunque también os digo, ¿qué nos íbamos a esperar si era el recinto inspirado en Grecia y Roma?

El Panteón de haber tenido un hermano gemelo, sin duda esta sería su réplica.

En el interior tenía escaleras por ambos laterales, que conducían a un segundo piso. No quiero sonar muy flipada, pero ante toda esta decoración tenía la impresión de que éramos unos dioses en lugar de ser meros alumnos...

Pero tengo que dejar algo claro, esa no era nuestra prioridad— ni siquiera me interesaba este juego de princesas—, sino la mafia y nuestro plan.

Al mirar de reojo a mis acompañantes, me doy cuenta que tanto Ann como Antuán siguen embobados debido a la extravagante decoración, y parece que no van a salir—o no están dispuestos a hacerlo— por su propia cuenta de su trance, por lo que no tardo en decir:

—Venga, menos mirar y más trabajar, ¿os acordáis de lo que hablamos, no?

—Tú los ocho, Ann los siete y yo los tres, tranquila —dice Antuán recordando las tareas, si es que lo que tiene de entusiasta también lo tiene de responsable.

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