Penthouse #Wattys2023

CAPÍTULO 33: BULTAOREUNE

El tiempo en el Penthouse es tan relativo como todos los cumpleaños a los que he asistido este año. Y ahora era el turno del grandísimo Kim Taehyung.

Después de un millón de exámenes, trabajos, escapadas furtivas con Jungkook, pellizcos de mafia y muchos sentimientos abrumadores, es hora de unas muy merecidas vacaciones. Y no encuentro mejor forma de hacerlo que estrenar este año nuevo en la mansión de los hermanos.

—No puedo creer que no me haya invitado —el enfado de mi amiga era evidente, no tanto por su tono arisco sino por todo su lenguaje corporal.

—Lo irónico es que pensaras que lo haría —Antuán cierra la maleta y me hace un movimiento de cabeza para que lo siga—. Ni se te ocurra aparecer, sería muy feo de tu parte mamarracha.

Ann lo asesina con la mirada mientras que yo no paro de reírme sabiendo que nuestra queridísima amiga no se conformaría solo con eso. Por otro lado, el italiano y yo iniciamos el viaje una vez dejamos a la sueca sola y empezamos el inicio de un camino basado en silencio. Mi amigo solo tenía una regla muy clara: las canciones se cantan, no se hablan.

Por eso, viajar con Antuán es una desconexión total y un limbo a tus pensamientos.

Después del incidente en la habitación de Jungkook, mi hermano nos dejó bastante claro que no quería que lo que fuera que estuviéramos haciendo se repitiera en su presencia—en vano porque ambos sabemos que volverá a pasar—. En cambio, Ann y Jimin no han tenido esa suerte. Mi amiga está bastante molesta con Don Lentillas, porque la sesión de fotos pasó días después de que ella y Jimin empezaran con sus primeros roces... Hombres.

Dejando ese tema a un lado, mi vida va bastante bien. La relación con Jungkook no hace más que crecer en todos los aspectos de la palabra—no, aún no nos hemos acostado—. Cada día que estoy con él, mis sentimientos son más sinceros. Quiero contarle desde las cosas más banales de mi día hasta mis inseguridades más profundas. Lo único que me echa para atrás al hablar de nosotros es la mafia. Estamos tan envueltos en nosotros que el trabajo ni siquiera se hace presente. Y claro, eso hace que una gran parte de nuestra personalidad se quede en ascuas... Lo que me hace preguntarme: ¿Está conociendo a la verdadera Alex? Y yo, ¿estoy conociendo al verdadero Jungkook?

—Estás tan callada, que ni siquiera me has replicado sobre según tú: mi estúpida norma —dejo de mirar a la ventanilla para observar a mi amigo—. ¿Qué te ocurre hoy, my sky?

El apodo con el que últimamente he sido nombrada hace que se me dibuje una mueca de felicidad en el rostro.

—Jungkook me pasa —revelo sincera haciendo que Antuán se le escape un lo sabía de sus labios—, no sé hasta dónde llegará esto que tenemos...

El semáforo se pone en rojo y mi amigo aprovecha para mirarme a los ojos:

—¿A qué te refieres? —Le explico abiertamente mis pensamientos anteriores y algo que me encanta del italiano es su increíble capacidad para escuchar —. Mi ciela, tu problema no recae en Jungkook —el verde se hace presente igual que el movimiento del freno de mano—, sino en tu obsesión enfermiza por la mafia.

—Sabes bien que forma parte de mi personalidad —Antuán rodea sus ojos café al ritmo que susurra disgusting.

—Te voy a dar un consejo, tus sentimientos no pueden estar siempre ligados por la mafia —lo miro sin entender—. Sé muy bien de antemano que para ti, tu vida se resume en eso. Pero eso no quiere decir que esté mal cambiar de vez en cuando los objetivos —la música deja de sonar—. Siempre serás una Lee aunque tu corazón grite Jeon —se ríe de sus propias palabras—, chica hasta me ha salido una rima.