CAPÍTULO 4: WAKE UP

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9:00 am

Primer sábado de la semana en una de las más caras y prestigiosas universidades de todo el planeta. Mi cama, mis almohadas y hasta el aire que recorre por mi cara es perfecto... ¿Pero sabéis qué no lo es? El gallo de corral que lleva desde las ocho de la mañana cacareando por toda la casa.

Y por si estáis igual de dormidos que yo y no entendéis la referencia yo os la explico:

Antuán Milano es el verdadero problema.

—Dile que se calle o te juro por la mafia de mi padre que lo mato.

Ann lleva en mi cuarto desde las ocho buscando refugio entre mis sábanas, porque el perturbado del italiano no sé qué bicho le ha picado y se ha levantado con unas ganas inmensas de comerse el mundo... Pero eh, lo único que le va a entrar por la boca es el puño a presión que le voy a meter como no deje de hablar.

Por si fuera poco, Antuán se pasea por toda las habitación como si se tratara de las dos de la tarde, exigiéndonos que nos levantemos para así poder inaugurar no sé qué mierda de cafetería donde venden fruta natural. Sí, fruta natural. Como si en su mundo de niñato no mafioso, pero sí millonario, no existieran los supermercados.

—Antuán, que me importa una mierda la cafetería, la fruta y todo lo que tenga que ver con la palabra madrugar.

Parece que estas palabras sí han llegado a hacer sinapsis en su cerebro, pero solo de una manera fugaz porque aún así no para de reclamar:

—¿¡Pero qué me estáis contando!? Si ayer mismo me dijisteis que os apetecía mazo ir ahí.

Ann parece reaccionar y reincorporándose encima de la cama logra decir con su voz carrasposa:

—Sí Antuán, pero no a las ocho de la puto mañana.

—¿Pero vosotras qué entendéis por desayunar?

El tono de Antuán cada vez suena más molesto, pero en este momento lo único que se me ocurre es rechistar:

—¿Y tú por dormir?

Su mirada de resignación recae sobre nosotras, cosa que no me importa pero Ann parece reaccionar. Y con unos movimientos perezosos y sin lograr abrir los ojos se dirige a lo que supongo que será el baño. Pero para ser sincera no estoy en mis plenas facultades para pensar en nada menos que no sea dormir, cosa que un instante soy capaz de hacer.

No dura mucho.

En cuestión de minutos Ann y Antuán se encuentran —otra vez—, en mi habitación subiéndome la persiana, y no me queda más remedio que dejar el humor de perros e ir al baño para alistarme.

Antuán 1 vs Alex 0

Tras una ducha rápida sonrío—o más bien lo que me sale es una mueca— tras mirarme en el espejo y observar que a pesar del outfit improvisado voy bastante presentable.

Mi pelo ondulado castaño recae por mis hombros mojando el crop top blanco de Channel que deja mitad de mi ombligo al aire logrando así remarcar mis curvas, que doy gracias al cielo que están ahí sin necesidad de hacer ningún tipo de esfuerzo. Mis Levi's se ajustan perfectamente al culo —que heredé de mi madre—, pero se van ensanchando a medida que van llegando a la bota que ocultan mis Balenciaga blancas.

Antes de salir del baño doy una última retocada a mi maquillaje y sigo fascinada con su poder, en cómo antes parecía un perro con la rabia y en cambio ahora, podría salir perfectamente a pasear al perro y ser fotografiada para una revista de cotilleos.

Agarro la rebeca lila de rombos—también de Channel– y me dispongo a ponérmela mientras abro la puerta, y para mi sorpresa me encuentro a mis amigos esperándome vestidos como si nos fuéramos de fiesta.

Penthouse #Wattys2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora