Penthouse #Wattys2023

CAPÍTULO 22: DYNAMITE

Los gritos de Antuán, Ann y Kai parecen haber cesado al mismo tiempo que mi ducha caliente había acabado. Por fin me sentía renovada, parece que el agua se llevó todas mis emociones en cierto modo no me asustaba perder, porque el presentimiento de que vendría algo me envolvía igual que el olor a rosa mosqueta de mi cuerpo.

—Te estás juntando mucho con Antuán —mi mejor amigo se encontraba acostado en mi cama con mi móvil entre sus manos, señalando mi vestuario —. Demasiado cuerpo en tu Versace.

Río ante la expresión utilizada, pero sin poder negarlo—dado que es verdad—. Iba en punto en blanco de la marca favorita del italiano; el día del renuevo de armario sirvió para mucho.

—¿Pero no lleváis uniforme? —Pregunta Kai extrañado al volverme a mirar.

—La pregunta es —señalo con el dedo índice su ropa—, ¿qué haces tú con el uniforme?

—Se lo he robado a Antuán para camuflarme mejor por este lugar.

—¿Robar? —Rio irónicamente—. Cuando te vea se le va a salir el corazón de la emoción de verte con algo suyo.

—Ya, ya pero —levanta una ceja escaneándome de arriba a bajo—, ¿no te pones el uniforme tú también?

—¿Qué te crees que llevo? —Contraataco mofándome de él, dado que yo le había comentando lo mismo días atrás a mi amigo —. Dame mi móvil, pesado.

De un simple movimiento me acuesto a su lado quitándoselo de entre sus manos, a lo que él se levanta para ir a por el suyo que se encontraba encima de mi gran escritorio de vidrio. Reviso rápidamente mis mensajes dándome cuenta que varios selfies de mi mejor amigo rondan por todos mis chats. Pero el único que abro son los 313 mensajes de Milano que se trataban de caras de enamorado, gritillos y audios randoms destinados a mi compañero de vida.

—Pensaba que tu etapa de recibir notitas de amor había acabado —la voz de Kai hace que deje mi IPhone encima de mi cama, al ver cómo movía la notita que encontramos varias semanas atrás en la cartera de Jungkook.

—Se me había olvidado —digo sin apartar la vista de la nota que descansaba en el escritorio—, ¿no te suena este número?

Pregunto dudosa hacia mi mejor amigo, que al igual que yo miraba de forma extrañada el papel.

—Solo hay una manera de saberlo —me ofrece su móvil a lo que yo lo cojo gustosamente y con una sonrisa cómplice me dispongo a escribir los dígitos.

Solo tarda dos pitidos a que la otra línea conteste y tengo que colgar al instante, con lágrimas en los ojos y en los brazos de Kai rodeándome al reconocer perfectamente armoniosa voz y su maldito:

—Annyeonghaseyo.

[ ... ]

El ambiente de la cafetería era igual de cálido que todos los días, a diferencia de mí que por mucho que intentaba obviar los sentimientos arrinconados, Kai tenía la capacidad de leerme perfectamente:

—¿Estás segura que no quieres hablar de esto?

Pero el grito de Antuán recorre por toda la cafetería interrumpiendo cualquier tipo de respuesta:

—¡KAI! —Sus manos se alzan bruscamente llamando la atención de varias personas, pero todo lo que se tratase de mi mejor amigo, le daba igual el resto—. ¡Estamos aquí!

—Prepárate para otro momento Milano.

Se ríe entre dientes, pero por la forma que me mira sé perfectamente que sigue sin estar de acuerdo con mi decisión.