—¡Alex, despierta!
Ante los gritos de Antuán —que llevo evitando una media hora— no me queda otra opción que abrir los ojos para mirar el reloj y darme cuenta que apenas falta un cuarto de hora para que comiencen las clases.
—Mierda.
Con un ojo abierto y otro cerrado corro al baño para asearme lo más rápido posible. De fondo escucho como Ann y Antuán no paran de quejarse, sobre todo el último que está al borde de la desesperación.
Mientras me coloco la ropa interior les digo que no hace falta que me esperen y que vayan yendo a clase antes que al italiano le dé un brote. Esas palabras parecen ser todo lo que necesitaba para salir de la habitación junto a Ann, que no estaba lo suficientemente despierta para hablar, pero sí lo suficientemente preparada para darle un puñetazo al italiano si no dejaba hiperventilar.
Ambos se despiden, no sin antes volverme a repetir que me acordara del número de la clase.
Y por fin reinó el silencio.
Doy un suspiro de liberación, ya que de verdad la vocecita de Antuán me estaba desesperando... Debería dejar de ser tan Cáncer en la vida.
Cojo el uniforme del perchero, dando gracias que en el Penthouse fuera obligatorio llevarlo y así hacerme ganar muchísimo tiempo. La falda plisada escocesa me venía a la perfección y esto era obra de Antuán que la noche anterior se dedicó a tunearnos tanto a mí como a Ann el uniforme. Rápidamente me coloqué el polo con las iniciales de la universidad —cosidas con hilo de oro—, al igual que la americana azul marino con los bordes del mismo tono de la falda.
Mientras me hago un delineado para resaltar mis redondos ojos café, me acuerdo de cómo Antuán me dijo algo sobre customizar el uniforme, pero en este momento prefería no calentarme la cabeza aún sabiendo que me pondría mala cara al entrar.
Miro el reloj y me doy cuenta de que faltan cinco minutos para que empiece la clase y a mí no se me ocurre mejor idea que perderme por los pasillos sin recordar el dichoso número que tantas veces me repitió mi amigo.
Encima por culpa de la rapidez de la salida dejé mi móvil olvidado encima de la mesita de noche y no puedo comunicarme con ellos para que me expliquen cómo mierdas se llega a la clase.
Mis ojos están más abiertos de la cuenta en busca de cualquier persona que me pudiera ayudar a encontrar las clases de primer año. Pero parece como si todo el mundo se hubiera aliado en darme la espalda ya que por los pasillos no se encontraba ni un alma.
—Vas en dirección contraria.
Nuestros ojos se juntan al instante como si fueran dos imanes que no pudieran estar separados. No se cuanto tiempo tardaré en acostumbrarme a su presencia, solo tengo claro que las emociones que me abordan con solo mirarlo es un efecto llamado Jeon Jungkook.
—Enséñame el camino.
No puedo interpretar su mirada pero la sonrisa ladeada y el pequeño movimiento de cabeza que me regaló, hace que mis pies le sigan sin importarles el destino.
Caminamos en silencio, sigo firmemente su ancha espalda que me hace preguntarme si al igual que su brazo estará totalmente tatuada. La camisa blanca del uniforme le queda perfecta a pesar de ser bastante más holgada de lo que debería, y no está bien atada ya que los tres primeros botones parecen que no existen igual que la corbata inexistente.
—Entonces, ¿vamos a la misma clase?
Mi pregunta fue realizada e ignorada al mismo tiempo que cruzaba la puerta y yo le seguía. Jungkook ni se molestó en llamar y abrió la puerta interrumpiendo al profesor que calló al instante para darnos una mirada llena de reproches.
—Jeon Jungkook, sigues en tu línea —asiente con la cabeza mientras va directo a la última fila haciendo que ahora toda la atención recaiga sobre mi—. Eres Alex Lee, ¿no? —asiento—. Por lo que se ve será una línea continua.
—Más bien secante.
La clase ríe ante mi comentario y aprovecho para buscar un hueco libre entre tanta multitud, no os voy a engañar el aula es lo bastante grande para sentarme donde me dé la real gana, pero el sitio al lado de Jungkook me resulta mucho más tentador.
—Hola compañero —adjunto todas mis cosas sin apartar mis ojos de los suyos y él aprovecha para apoyar su cabeza encima de su mano tatuada para decirme—:
—¿Quién te dice a ti que tú y yo nos llegaremos a tocar?
Sonrío ante su perspicacia de haber entendido mi juego de palabras añadiendo:
—El tiempo que tardes en solucionarme.
La clase termina más rápido de lo que imaginé, puede ser por el cuarto de hora que llegué tarde o quizás por el tiempo invertido en mirar a mi compañero de asiento.
—No solo llegas tarde, sino que también bien acompañada. ¿Hicisteis una pequeña parada en los vestuarios o qué?
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Penthouse #Wattys2023
Fanfic❝ Alex Lee conocida por ser la hija del mayor mafioso Europeo y parte de Sudamérica es internada en la institución más prestigiosa del mundo: University Penthouse. Donde tendrá que encontrar a la mejor mafia escondida en lo alto de un ático. ❞ ¿Te...