Penthouse #Wattys2023

CAPÍTULO 31: BLOOD, SWEAT & TEARS

Cuando Jimin y Ann propusieron una cita de cuatro, nunca pensé que fuéramos a hacerlo de verdad. Aunque lo que realmente me sorprende, es que a pesar de su estado de embriaguez fueran capaces de organizar todo.

Se ve que a los dos rubios, mediante el camino a casa después del pequeño paso tras el calabozo, se les ocurrió que sería buena idea juntarnos los cuatro para compartir una velada romántica. Y parece ser que a Jungkook también le pareció una buena idea.

—No entiendo por qué tenemos que estar aquí —admito desganada entrando al restaurante finolis que estoy segura habrá reservado Jimin.

—Será divertido —saluda a su amigo que se encuentra a lo lejos—. Además cualquier excusa es buena para estar juntos.

El día de hoy, Jungkook estaba exageradamente atractivo—para variar—. Había optado por un look motero—o racer como bien diría Antuán—, pantalones de cuero que se le ajustaban perfectamente a las piernas igual que la camiseta manga larga negra que le resaltaba cada uno de sus músculos. Su pelo estaba peinado hacia atrás—salvo un mechón travieso que le caía al ras del ojo izquierdo, junto a su piercing—. Pero para ser sinceros la prenda estrella de la noche era su chaqueta de cuero XXL donde detrás poseía en grande las iniciales de su nombre JK. Descansaba plácidamente sobre mis hombros.

—Podrías haber avisado que el tema de la noche era Grease —me reprocha Ann en el momento que me da un abrazo y al separarse mira descaradamente mi atuendo, mi acompañante y cómo no, la chaqueta —. Labios de chupona, me gusta —le doy un leve empujón dispuesta a saludar a don lentillas pero mi amiga me hace parar en seco debido a su comentario—: ¿Ya has probado sus morros rojos Jk?

El tatuado abre la boca dispuesto a responder pero esta vez soy yo la que se adelanta:

—Ni le contestes.

Entre risas compartidas, finalmente nos sentamos—cada uno enfrente de su pareja—. Para mi sorpresa la carta no se hace de esperar, igual que el menú que ofrecían, era bastante comestible.

—Mi hermano me advirtió que te buscara un sitio donde los platos midieran más de 5 centímetros —el comentario de Jimin hace que una gran carcajada salga de mi boca, debido al breve recuerdo de la llamada que mantuve anteriormente con Taehyung y Kai donde esas fueron exactamente mis palabras.

—Gracias por el detalle —respondo cómica pero a la vez sorprendida gratamente ante el gesto del rubio de pensar en mí.

Los primeros platos no tardan mucho tiempo, igual que nuestras conversaciones sobre lo estresantes que son las clases. Porque sí, tenemos clases. Y a pesar del ritmo ajetreado que llevamos, tener todo al día es sumamente complicado. Tener el título de universidad más prestigiosa del mundo, no se basa sólo en dinero, sino en matrículas. Uno de los requisitos más importantes de Penthouse es que todo alumno que esté matriculado en la institución debe poseer un mínimo de una asignatura becada. Aunque parezca imposible, estoy en lo cierto. Porque de no ser así, no existirá un año que viene.

—Dejemos de hablar de las clases que me estreso —todos parecen estar de acuerdo conmigo, cosa que agradezco.

El segundo plato tampoco tarda en llegar, es más, el picante de los tacos no es lo único que arde en la cena. Debido a que Jungkook, no para de darme toquecitos por debajo de la mesa.

Su pie toca el mío de forma cuidadosa para llamar mi atención. Lo miro buscando respuestas en sus ojos, pero lo único que encuentro es un Jungkook lascivo que humedece sus labios y examina mi cuerpo sentado. Trago saliva dispuesta a jugar a otro de sus juegos, me quito el tacón derecho y me acerco más a la mesa para extender la pierna hasta dar con su gemelo. Paso el empeine de mi pie de forma ascendente y al llegar a su rodilla recorro el inicio de su muslo dirigiéndome a su miembro pero sabiendo que la distancia no es tan corta como para acceder a él.