CAPÍTULO 1: SKIP

160 9 20
                                    




Cuando el Penthouse fue alardeado como la mejor institución de todo el mundo no se equivocaban.

No quería admitirlo pero no pude no quedarme absorbida por la belleza que emanaba la maldita universidad a la que había sido obligada a ir. Todo en ella era tan perfecto que una especie de TOC recorría todo mi cuerpo. No me mal entendáis, pero nada más entrar la gran ágora que se encontraba en mitad de todo el recinto te dejará impactado al ver un gran espejo circular donde se reflejaban los dos grandes ginkgos que soltaban sus hojas amarillas por alrededor como si fuera parte del diseño.

Camino con pies de aguja con miedo de que en cualquier momento ese fino cristal se rompa, pero para mi sorpresa al mirar por debajo de mis pies se puede observar la famosa biblioteca subterránea que tanto he oído hablar. Me agacho sin importarme las miradas curiosas que gano por hacerlo, ya que mis ojos quedan absorbidos por la belleza de la mejor réplica de Alejandría que alguna vez veré en mi vida.

Resoplo al darme cuenta que aunque me muera de ganas tendré que esperar algunos días para poder disfrutarla. Sigo caminando y la arquitectura moderna de flor de loto que encuentro a lo lejos, no me crea otro sentimiento que esta facultad es de todo menos normal. Intento que no me impacte mucho, ya que no es como si a lo largo de mi vida no hubiera gozado de monumentos espectaculares, pero aún así el prestigio que transmite esta universidad no pasa desapercibido.

La puerta se abre automáticamente dejándome paso a lo que será mi próximo hogar. Como era de esperar el interior está decorado por todo un diseño futurista, con aparatos de últimas gamas y me puedo apostar mi chalet de Dubái que más de la mitad de artilugios que poseen ni siquiera han salido a la venta.

Decido acercarme al mostrador, pero una voz bastante desubicada hace que no pueda llegar a mi trayecto. Enfrente de mis ojos puedo contemplar una larga cabellera rubia oscura que se mueve al son de sus movimientos bruscos de cabeza, su americana de pana dorada le llega un poco más arriba de los tobillos que los conjunta con unos tacones más largos que mis piernas de un negro intenso que se atan al estilo romano.

La escucho hablar, como si se tratara de un monólogo interno, la secretaria que se encuentra detrás de ella no está muy por la labor de responder a todas sus preguntas. Me rio mentalmente ante esta situación e intento ser lo más cuidadosa posible para agarrar la llave que contiene mi nombre sin interrumpirlas...

Spoiler, sale mal.

La mujer se gira instantáneamente como si me tratara de una presa y ella fuera el león. Acomoda su pelo hacia un lado y me mira a través de unas gafas doradas—que puedo asegurar que están hechas de oro— y no tarda en decirme:

—Hola, ¿tú también vienes a rellenar este montón de mierda para conseguir la dichosa llave de la habitación?

Acto seguido sube sus gafas mientras espera mi respuesta, sus ojos color avellana combinan perfectamente con el largo eyeliner que posee con unos puntitos disimulados por debajo de las pupilas. Miro de reojo a la secretaria que niega con la cabeza exhausta de ese remolino de cuestiones que soltaba por segundo, a lo que yo aprovecho para acercarme al mostrador y entender de qué se trataba tanto barullo.

Al percatarme de la situación me doy cuenta que su habitación es la misma que la mía, y que solo tenía que completar su nombre para que le dieran la llave. Y al explicárselo puedo notar como su mirada altiva cambia por un microsegundo a una de vergüenza, le sonrío antes de alejarme pero ella no tarda en acomodarse a mi lado para presentarse:

—Por cierto, soy leo el puto mejor signo de todo el zodiaco —se guarda el móvil antes de seguir hablando—. Me puedes llamar Ann Eriksson o diosa mística, tú decides.

Penthouse #Wattys2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora