CAPÍTULO 7: WAR OF HORMONE

33 7 9
                                    


—¿El chico más guapo del mundo? —Repito la pregunta un poco más alto de lo normal, ya que los berridos de Antuán no me dejaban escuchar con claridad—. ¿Jin?

—De todo el mundo no, pero del tuyo sí —al escuchar eso, una gran sonrisa de sorpresa y felicidad sale por mi rostro y sin poder evitar suelto con demasiado entusiasmo en la voz—. ¡¿Tae?!

Pero no logro escuchar su contestación ya que de un movimiento rápido y preciso unas manos me quitaron —sin ningún permiso— el móvil de las manos. Y sí, es él.

–¡Jungkook, de qué coño vas! Devuélvemelo.

Mis palabras por lo que se ve son inauditas ya que el pelinegro me ignora completamente mientras se aleja para establecer una conversación con su/nuestro amigo.

—Lo odio —susurro exhausta de lo que me provoca Jungkook pidiéndole ayuda con la mirada a mi amiga.

—El sexo con odio es más salvaje.

A veces no sé si de verdad sus palabras son de consuelo o simplemente le gusta molestarme... Tampoco tengo tiempo de rebatir ya que una persona interrumpe nuestra no conversación para devolverme el móvil con una sonrisa encantadora — catándome en cómo una de sus palas está ligeramente torcida—.

Al tener a Jimin delante me percato en cómo es el único del grupito con el que no he tenido el placer de presentarme, y eso hago:

—Alex Lee —parece que mi nombre no es la primera vez que lo escucha, ya que me regala una de esas miradas analizantes de las que estoy acostumbrada, cuando me presento con alguien del mundillo, por eso no tardo en que mi lado hija del mafioso salga a la luz—. Y tú, Jimin, ¿a qué mafia perteneces?

Su mirada es entre asombrada y sarcástica, porque él al igual que yo sabemos muy bien nuestros orígenes, y que yo esté siendo tan directa con uno de los hijos del Sisi es algo un poco controversial.

—Deja de hablar con mi hombre.

El comentario de Ann es muy del palo: es broma, pero si quieres no es broma. Haciendo que deje de lado mi faceta de investigadora privada de la mafia, pero ambos sabemos muy bien que esta conversación—si la podemos llamar así—, no será la última.

—Tía, no me dejas hacer bien mi trabajo —comento con un tono bastante neutral para que no piense que realmente me ha jodido no poder seguir investigando—. Encima no sabes nada de él.

A lo que Ann responde con bastante obviedad en la voz:

—Tiene la luna en Géminis, como yo.

—Tú ganas, no puedo debatir ante un argumento tan sólido.

A partir de ese momento los tres empezamos a tener una conversación bastante normal —dado que estoy al lado del puro fuego me sorprende que también sepan hablar de trivialidades—. Estoy por decirle a Ann que se limpie el pintalabios que sale de sus labios, pero un pequeño flashback viene hacia mi al recordar que por culpa de su calentón yo no tuve la oportunidad de tener el mío.

Lo siento amiga, no seré yo quien te lo diga.

De la nada resuena por todo el espacio una voz que últimamente se ha convertido en mi despertador personal nos interrumpe la conversación de pleno:

—¿Dónde estábais? ¿Os habéis perdido? ¿Por qué no me llamasteis? —No deja contestar—. Alex, te he llamado quinientas veces, ¿puedes poner el móvil con sonido? Gracias —no sé de dónde está sacando el aire para decir tantas preguntas a la vez, sería un buen rapero —. Y tú Ann, ¿qué hacías? Por tu labial corrido seguro que nada bueno —una risita se le escapa—, ¡cuéntame, cuéntame, yaaa!

Penthouse #Wattys2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora