Joss PierceLo mire extraña, ¿le molesto que viera el mensaje?.
—Lo siento yo no quería... —le respondí apenada.
—No, no te preocupes es solo que... a veces me llegan notificaciones de paginas extrañas, no quiero que te pongas incomoda.
¿Como?.
Okey no quiero hablar de eso, porque en realidad no me importaba lo que hiciera.
Su excusa o mentira fue pésima. Supuse que se trataba de algo personal o, quizá, de un asunto serio que simplemente no sentía la necesidad de compartir conmigo. Y no lo culpo. No tenía por qué hacerlo. Por eso, decidí actuar como si nada hubiera pasado y cambié por completo el ambiente, despidiéndome de él.
Entré a mi casa sin darle demasiada importancia a lo sucedido en el auto. Evan se había marchado con una despedida amable, sin rastro de nerviosismo ni nada parecido.
Lo primero que noté fue la ausencia de mi madre. Me pareció extraño, así que decidí esperarla en la cocina mientras me preparaba una taza de café. Cuando finalmente llegó, traía el rostro tenso, los hombros rígidos... parecía molesta y, ¿acaso tenía ganas de llorar? Algo la angustiaba. ¿Qué estaba pasando?
—¿Mamá?
Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba ahí. Su expresión mostró sorpresa al verme de pie en la cocina. ¿Esperaba encontrarme dormida? ¿Ningún reclamo? Ni siquiera un "¿Dónde estabas?". Eso me hizo pensar que, al igual que yo, tampoco había estado en casa en toda la tarde... y, por lo visto, ni siquiera había leído mis mensajes avisándole que iría a hacer un trabajo a casa de Max (como excusa, claro).
—Joss, ¿qué haces despierta? —Su rostro se relajó un poco mientras se pasaba las manos por la cara.
—Te esperaba. ¿Dónde estabas?
—Salí con unas amigas a un bar cerca de aquí —respondió sin titubear. Sonaba convincente—. Pero unos idiotas, que ya estaban pasados de copas, llegaron a nuestra mesa y terminaron tirando todas las bebidas —suspiró—. ¿Y tú? ¿Cómo te fue?
—¿Entonces viste mi mensaje?
—Por supuesto. ¿Cómo te fue? —se sentó a mi lado.
Noté que mentía. ¿Pero por qué lo haría?
De su bolso sacó una cajetilla de cigarros, tomó uno y lo encendió con calma. Dio una calada profunda y, al exhalar el humo, me miró de reojo con una expresión divertida.
—Dijiste que ya habías dejado el cigarro —la fulmine con la mirada.
—Y tu dijiste que ibas a comprarte un caballo a los quince años y no pasó —comentó sarcástica.
—Muy gracioso —entre cerré mis ojos y ella rió.
—¿Viste a Jean? O mejor dicho, "Bizcocho sabroso".
Abrí los ojos como platos. ¿Qué? ¿Cómo lo sabía?
—¡¿Mamá?! —exclamé, indignada.
¿Cómo era posible? ¿Había revisado mi teléfono? ¡Era mi caja de información, mi segundo yo! Y aunque le tenía confianza, eso no le daba derecho.
—No revisé tu teléfono, Joss —se defendió—. Hace tiempo Jean te llamó y tú no estabas. Contesté, y ahí vi cómo lo tenías guardado. Y dices que no te gusta, ¿eh? —Soltó una risita irónica.

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En El Siguiente Verano [#1] [1ra Edicion]
RomanceEsta es la historia de Josselyn Pierce, una mujer que, aunque aparenta ser indiferente a la vida, en su interior alberga una melancólica soledad. De personalidad fría y algo distante, Josselyn se refugia en los libros, donde encuentra consuelo y un...