38- Pequeño angel

190 17 5
                                    




Joss Pierce

—Tu descanso acaba en quince minutos Joss, come rápido —Petter me indicó apuntandome con su dedo índice.

Odiaba tener que comer a las carreras, como si me fuesen a dar un castigo por pasarme de quince tontos minutos, a veces era pesado que Petter se tomara tan enserio el trabajo.

Después de que él se fuera del cuarto de descanso, volví a mi móvil, en el cual estaba chateando con Aiden, si, chateábamos estando en el mismo lugar ¿por qué?, por el motivo de que no podíamos mostrarnos como una relación frente a todos. Esto era más difícil de lo que creí, el recuerdo de mi padre y el saber que los Dawson me investigaban para llegar a él, era confuso y aterrador, sé que no debí confiarme tanto, solo me dejaba llevar.

Aiden D.
Me la pasé genial contigo anoche.

Yo: También yo, deberíamos hacer cosas así más seguido.

Por un momento paró de escribir quedándose en línea, como si se hubiera arrepentido de lo que me iba a mandar, y volvió nuevamente a escribir.

Aiden D.
Claro, méterte los dedos podría ser un hobbie para mi.

Maldito.

Sabía perfectamente a lo que me refería, pero me gustó su respuesta...

Joss: Probablemente también el mío.

Dios Josselyn, ¡¿Quien eres?!.

Aiden D.
¿Por qué no vienes a mi oficina para que te de unas de esas que tanto te gustan?.

No caigas, no caigas, pero claro que me encantaría, pero no, debo tranquilizarme y pensar más claro, no sabía qué responderle, no quería sonar tonta o algo que se le pareciera.

Mi móvil comenzó a sonar en una llamada, era Aiden, al ver que no respondía su mensaje, me marcó.

—¿Vienes o voy? —Lo dijo en una voz para nada inocente.

—Aiden no, estamos trabajando.

—Tengo tantas ganas de verte ahora mismo...

Su voz era ronca, estaba provocando cosas en mi que no quería despertar en este preciso momento.

—Ya, me voy, debo trabajar.

—¡Espera!, déjame verte un segundo al menos.

—¿Por qué tanta urgencia?.

—Me fascina tu físico.

—Callate —Me avergonce.

Me sorprende el hecho de saber que a alguien le gustaba mi cuerpo, tanto como para desearlo como él lo hacía. ¿Que le gusta? No le encuentro sentido.

—Como puedes decir eso, ¿que te gusta?.

—Tu culo, tus tetas, tu cara.... —Lo interrumpi.

—¡Ya entendí! Esos son demasiados detalles.

—Tu preguntaste —Sabia que reía.

En El Siguiente Verano [#1] [1ra Edicion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora