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¿Necesito arrodillarme?

Apolo Hidalgo

Estaba muy tranquilo viendo Young Royal, cuando alguien tocó mi puerta.

Un poco extrañado quise abrir, así que me levanté y pegue el oído a la puerta, para ver si reconocía alguna voz, sin embargo no escuché nada.

Tal vez era Claudia que venia a buscar a Hera, quien está durmiendo en mi cama sobre una pequeña almohada.

Abrí la puerta, y estoy seguro de que mis ojos parecían querer salirse de sus cuencas.

Frente a mí estaba el rubio del bar, y el que estaba abajo. Pensé que ya se habría ido hace un buen rato, a este pareció no importarle mi sorpresa y confusión, solo tenía una sonrisa traviesa en su rostro, la cual solo me ocasionó escalofríos.

No quería hablar, porque estaba seguro de que iba a confundir palabras con otras, mi lengua se iba a trabar, e iba a tartamudear.

Por suerte el comenzó la conversación.

—¿Puedo pasar? —dijo casi en un susurro, y enarcando una ceja.

—N-no, ¿Qué haces... aquí? —pregunté mirando a otro sitio, esquivando su mirada.

—Artemis me dijo que en su ausencia me quedara abajo, pero me aburro allá, ¿Puedo pasar? —volvió a formular la pregunta.

—¿Y Claudia no está abajo? —pregunté.

—No, ambos se fueron por unas tarjetas o algo así —dijo haciendo un gesto vago de poca importancia, luego inclinó un poco su espalda para quedar a mi altura—. Ahora, ¿Puedo pasar?

—B-bueno.

Me moví hacia un lado para que el pasará. Este se quedó inmóvil en el centro de mi cuarto, observando.

Su presencia hacia que mi cuarto se viera más pequeño, tal vez porque mide como 2 metros. Quería preguntarle cuánto media, pero la vergüenza me venció.

Me sentía tan pequeño estando en la misma habitación que él. Pero hice mi mayor esfuerzo para mantenerme en calma.

Este seguía viendo los pósters regados por toda mi habitación, de bandas y películas que me gustan. No parecía disgustado, tampoco feliz, ni triste, simplemente estaba serio, lo cual hacia que me pusiera muy nervioso.

—Que lindo cuarto —dijo ahora con una pequeña sonrisa.

—Gra...cias —dije rascándome la nuca.

—Creo que no nos presentamos bien —dijo él, ahora dándose una vuelta para mirarme, y extendió su mano hacía mí—. Poe Verne.

—Apolo, Hidalgo —estreché su mano.

—¿Como el Dios griego?

—Sí, mis padres tenían una pequeña obsesión con la mitología griega —dije aún sin soltar su mano.

—¿Debo arrodillarme ante tí... Apolo? —preguntó con un poco de picardía.

Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora