Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)

|26|

¿Por qué no me escribes?

Apolo Hidalgo

Al despertarme, Poe ya no estaba.

A lo Ares.

Muy gracioso, me reí y todo.

Analizo mi entorno con mueca confusa. Si, él ya no está.

No se fue hace mucho, ya que hay una parte de la cama que sigue caliente y hundida. Medio adormilado busco mi teléfono en la cómoda, mi mano choca con algunas cosas, pero al final consigo mi objetivo.

Agarro mi teléfono y lo enciendo, son justamente las siete y treinta.

Me siento en la cama estirando cada uno de mis músculos. Miro hacia abajo, tengo una camisa negra sin ningún dibujito, cargo puestos unos pantalones de algodón color gris, y unas medias.

Mi cabello seguramente es un desastre, pero no me importa mucho en este momento. Me tallo los ojos con la palma de mi mano de forma descuidada, seguramente parezco un niño pequeño.

Me levanto y me pongo mis pantuflas. Me dispongo a caminar, pero me detengo al sentir un dolor.

El dolor está básicamente en mi culo, lo cual hace que se me dificulte caminar sin que me duela.

¿Quieres una silla de ruedas?

Despertamos como chistositos hoy ¿Eh?

Estoy de buen humor. Aleja tu negatividad de mi.

Me urge cambiar de conciencia, ¿Alguien la quiere? ¿Hacemos una subasta?

A pesar de que intento caminar bien, no puedo, me duele mucho el culo y la entrepierna.

El muy asqueroso me dejó así. Gracias, Poe.

Abro la puerta de mi habitación, y bajo las escaleras con dificultad. Vale, es hora de fingir que nada paso.

Pongo mi mejor sonrisa y empiezo a caminar hacia el sofá. Claudia y Artemis me desean los buenos días mientras se arreglan la ropa para el trabajo.

¿Cómo le hacen para despertarse tan temprano y verse tan frescos? ¿Por qué yo que me despierto tarde siempre parezco un zombie?

—Tu desayuno está en el microondas —avisa Claudia sonriendo, Artemis tiene a Hera en sus brazos, le está haciendo mimos—, recuerda que, si llega a pasar algo...

—... Los llamo inmediatamente y salgo de la casa —completo la frase—, si lo sé.

—Bien, y dale comida a tu perro, y agua —me recordó Artemis.

—Okay.

Ellos se despidieron de mi con la mano y salieron. Me levanté del sofá cojeando un poco para darle comida a Will.

Agarré su taza y la comida, salí al patio. Will estaba persiguiendo a una mariposa, sonreí dejando su comida en el suelo. Mi perrito corrió hasta su alimento y empezó a devorarlo.

Mi celular vibró en mi bolsillo, lo saqué con la esperanza de que fuera Poe.

Pero no, era Raquel.