Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)

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⚠️ESCENAS SEXUALES⚠️

—¡Ábreme!

—No.

—Hazlo.

—No, te jodiste.

Poe Verne.

Me estoy congelando, y tengo una maldita erección, por culpa de Apolo.

Y ni siquiera es tan considerado como para abrirme la ventana. No, el solo me preguntó cosas con una sonrisa inocente.

El muy idiota.

—Si me abres, estaría mejor.

—Si... eso no sucederá, ups —se encogió de hombros.

—Lolo, ábreme —le obligué.

—No.

—Ahora mismo, Lolo.

—No.

—Hazlo, ábreme la maldita ventana —él negó con la cabeza.

—Nones.

Di un suspiro cansado, tendré que recurrir a otros recursos.

Modo: Drama Queen, en tres, dos, uno, ¡Acción!

Resbalé con un pie “accidentalmente” y quedé agarrando la ventana únicamente con las manos, ya que mis piernas quedaron enseguida en el aire.

Su cara paso de ser de inocencia, a una mueca de terror.

Abrió la ventana como si su vida dependiera de ello, y me tomo de la mano. Yo me deje subir, al estar con él, recorrió cada centímetro de mi cara, examinando si estaba bien.

Sonreí de lado acercándome lentamente a él.

—Tu y yo —le señalé—, debemos conversar, Lolo.

—¿De qué?

Parece seguro, pero con cada paso que doy, él retrocede.

Lo acorraló contra la pared, el tiene las mejillas sonrosadas, y yo sigo sonriendo.

Sin vergüenza alguna, tomó sus mejillas y le doy un beso. No uno tierno, uno cargado con ganas, cargado con lujuria.

Me quito la camisa por encima de la cabeza, y él hace lo mismo, mi erección solo se nota y se siente cada vez más.

Sin despegar sus labios de mí, se acerca a la puerta y le pasa el seguro. Claro, Claudia y Artemis deben de estar aquí.

Con mis manos recorro su cuello, mientras él acaricia mi abdomen enviando vuelcos a mi corazón.

Que cursi sonaste.

No arruines mi momento.

Sus manos se detienen el los cordones de mi pantalón de algodón. Me sorprende que ahora es él quien va dejando besos húmedos por mi pecho, hasta llegar a el borde del pantalón.

Tenerlo arrodillado ante mí solo me pone más.

Debo apoyar mi espalda contra la pared para no perder el equilibrio. Apolo me mira, como pidiéndome permiso, yo solo le doy una sonrisa ladina.

Él lo toma como un acceso y baja mis pantalones, quedando únicamente en ropa interior. El mira mi erección apretada en la tela, en su mirada se ve el hambre que tiene de esta.

Baja mis bóxers y mira embelesado mi pene. Seguido de eso empieza a darle suaves masajes; aunque son solo toques, envían latigazos de placer a mi cuerpo.