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Tendría sexo contigo, no me importa que no seas una chica.

Poe Verne

Subir a Apolo al auto no fue un trabajo sencillo, diría que fue demasiado fácil. ¿El problema? Fue que empezó a decir cosas sin sentido.

Ni siquiera las decía, simplemente murmuraba palabras en voz baja.

Nota mental, no volver a llevar a Apolo a un bar.

Lo tendré en cuenta la próxima vez.

A mitad de camino, empezó a cantar la canción Saturno, me hubiera reído de no ser porque había mucho alcohol en su sistema. Yo ya he probado mezclas así, y soy muy tolerante al alcohol, me acabo de dar cuenta de que Apolo es lo contrario.

—¿Podrías callarte?— pregunté, ya van casi 5 minutos desde que está así.

—No, ¿Alguna vez te han roto el corazón?— preguntó, mirando el techo de mi auto.

—No te lo diré— no ahora al menos.

—A mí sí— fruncí el seño, y di una mirada a Apolo por el retrovisor, el tenía la vista perdida.

—¿A sí?— admito que soy un poco curioso.

—Sí, su nombre es Dani, es... la chica más linda que conocí en mi vida— soltó un suspiro, de repente empecé apretar el volante con un poco más de fuerza —. Éramos algo, pero se fue a la universidad, y me terminó.

La última palabra la dijo como si fuera la causa de todos los problemas que él tuviera.

—¿Por qué te terminó?— la preguntas salió antes de que pudiera retenerla.

—Ella es dos años mayor que yo, y... creo que, no quería que todo el mundo se enterará de nuestra relación, luego se tuvo que ir a la universidad, y me terminó— soltó otro suspiro lamentero, luego se encogió de hombros —. Pero luego quedamos como amigos, así que estoy bien.

—Mhm, me alegro— yo no tuve la misma historia.

Nos quedamos den silencio, yo viendo a la carretera, y Apolo... él seguía cantando Saturno de Pablo Alborán.

Por suerte no hay muchos autos en la carretera, sino tal vez aún no estuviera ni a medio camino, debemos de llegar a mi departamento en al menos 15 minutos.

Solo pido que Apolo deje de cantar, si no lo hace, creo que lo mataré.

Escuché otro suspiro detrás de mí, rodé los ojos, por favor que no me volviera a contar su vida amorosa.

—Eres muy lindo, ¿Lo sabes, no?— ahora tiene una sonrisa boba.

—Claro que lo sé.

Pero, no eres nada egocéntrico, ¿Cierto?

Sí.

—Vale, solo quería halagarte, pesado— lo último lo dijo en voz baja.

Rodé los ojos, para mí suerte o desgracia ya estaba frente al edificio donde vivo. Dí un suspiro antes de abrir mi puerta y bajar.

Le dí una vuelta a mi auto, y abrí la puerta de Apolo, el seguía mirando hacia arriba, al abrir la puerta echó su cabeza hacia atrás, sonriendo.

Enarque una ceja y le dije que se saliera. Y lo hizo, claro, casi le da un beso al suelo, pero al menos se mantuvo de pie unos tres segundos, eso ya era un logro.

Pase su brazo derecho por sobre mi hombro como en el bar, y con mi brazo libre empujé la puerta de la entrada.

La anciana detrás del mostrador ni siquiera notó nuestra presencia, me sigo preguntando si sus lentes sirven, o solo son un adorno.

Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora