|13|

744 77 69
                                    

Tierra trágame.

Apolo Hidalgo

Abrí los ojos y lo primero que ví fue un techo en blanco, se me hacía familiar, pero al mismo tiempo era algo nuevo.

Intenté moverme, pero un latigazo de dolor me recorrió la cabeza. Inmediatamente puse mis manos al rededor de mi cabeza. ¿Qué había pasado ayer?

Mis ojos fueron a mi cuerpo con dificultad, está no es mi cama, ¿Dónde mierda estoy?

Pongo los pies en el suelo, y me retuerzo por el frío, otro latigazo de dolor recorre mi cabeza, pero me contengo.

Abro la puerta frente a mí, y mi mirada va al sofá, dónde cierto rubio está roncando. Oh mierda, dormí en la casa de Poe, ¡Yo dormí en la casa de Poe Verne!

Espero que no haya pasado nada. Me acerco a él, y con un dedo le tocó la mejilla. No despierta.

Tocó uno de sus suaves y perfectos rizos dorados. No despertó.

Le dí un toque leve en la nariz. Nada.

Quiero que se despierte, pero no quiero lastimarlo.

Me pongo frente al sofá y me arrodilló, empiezo a tocarle la mejilla repetidas veces, mientras digo “Poe”

No sé ni cuántos minutos he pasado aquí, pero el idiota no se despierta. Le muevo el brazo con un poco de fuerza, aún arrodillado.

El empieza a parpadear, y se mueve hacía la orilla, y se cae.

Me hubiera reído, de no ser que se cayó encima de mí. Literalmente.

Su cabeza sonó al chocar contra el suelo, hice una mueca, eso debió doler. Yo quedé debajo de él, muy quieto. Poe se apoyo en sus codos, y cerró los ojos por el dolor.

Luego de unos segundos, el abrió los ojos, su mirada azulada se encontró conmigo, enrojecí. Me miro de arriba a abajo, yo seguía muy quieto. Pensé que se molestaría y me pidiera una explicación, pero en lugar de eso, una sonrisa se formó en sus labios.

Fruncí el seño. ¿Qué le causaba tanta gracia?

—¿Sabes? Estaba seguro de que algún día estaríamos así, pero en otras condiciones— subió y bajo las cejas. Yo bufé.

—¿Siempre eres tan directo?

—Sí— me guiñó un ojo —. Aunque no soy el único directo, ¿Cierto pequeño Hidalgo?

—No sé a qué te refieres— de verdad que no entendía.

—Bueno, ayer dijiste ciertas cosas— abrí mis ojos de par en par.

—¿Q-qué dije?

—Cosas— se encogió de hombros.

—¿Podrías...quitarte?— el vió hacia abajo.

—Creí que te gustaría estar en esta posición conmigo Apolo, creeme que tengo muchas otras en mente— puede que haya enrojecido más.

—Muy gracioso— le empujé hacia arriba, me senté mientras el se reía.

Sacudí mi ropa, y me fijé de que tenía las mismas prendas de ayer, solo que ya no tengo mis zapatos, ni mi sudadera, solo la camisa azul clara que había debajo.

Lo fulminó con la mirada, este deja de reír, y levanta las manos en señal de rendición, yo niego con la cabeza.

—¿Por qué estoy aquí?— pregunté.

—¿Quieres la verdad, o la mentira?

—Pues la verdad.

—Bueno, pero no te asustes eh— tarde, ya me asuste —. Digamos, que tuvimos sexo.

Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora