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¿Quiénes son y que quieren?

Poe Verne

Tenía ganas de escribirle, pero a la vez no.

¿Por qué? No lo iba a ver en todo el día. Sé que Apolo no se molestará por eso, lo más que puede pasar es que se preocupe o se extrañé.

Me puse mi garbandina, un jean negro, y metí mi daga en el pequeño bolso en mi cintura. ¿Por qué esto se siente tan nuevo para mí?

No lo sé. O en realidad, si lo sé, pero no pienso admitirlo.

Termino de amarrar mis botas y salgo de mi departamento. Bajó las escaleras con pequeños saltitos hasta llegar a mi auto. Abro la puerta de mi coche y me adentro al asiento del conductor.

Enciendo el auto y arranco al lugar al que el desconocido me había mandado hoy en la mañana. Me tuve que ir de la casa de Apolo cuando me escribió.

¿Me arrepiento? Sí, bastante.

¿Me arrepiento más por no haberle escrito? Si, muchísimo más de lo que me gustaría.

Despejó mi mente y empiezo a conducir hacia dicho lugar.

***

No es lo que me esperaba. Para nada.

¿Por qué me citaron en un almacén abandonado?

Abro mi garbandina y apoyo mi mano en la daga de mi bolsillo. Por si tengo que usarla.

—¿Hola? —mi voz hace eco por todo el lugar, parece vacío.

Pero siento que me observan, no se de dónde, pero me observan.

Camino un poco más, hasta quedar en el centro del dichoso almacén. El mango de mi daga está en mi mano. No pienso soltarlo.

Escucho sonidos de botas hacia mi dirección, miro hacia mis costados con precaución, pero veo una silueta saliendo de la oscuridad.

No puedo ver su cara, ya que está cubierta con un pasamontañas negro, toda la vestimenta es negra, la camiseta, el pantalón y las botas.

Eso me pone los vellos de punta.

—Poe Verne, es un placer tenerlo aquí. Gracias por aceptar nuestra invitación —la voz de esa persona es neutra, grave y hace un gran eco.

—Fuí obligado a venir —dije sonriendo de lado.

—Lo sabemos, y lamentamos tener que verlo en estás circunstancias, nos hubiera gustado que viniera por su cuenta.

¿Gustado? ¿Sabemos? ¿Lamentamos? ¿Nos? ¿Este y quién más?

—¿Quién más está aquí?

Como si fuera una respuesta, escucho tacones resonar por el suelo. Seguido mis ojos captan a una mujer que no reconozco.

Cabello negro azabache, ojos miel, cuerpo esbelto, nariz recta, mandíbula y pómulos marcados, y muy alta.

Su cuerpo está cubierto por un vestido rojo fuego muy elegante que le llega hasta las rodillas, sus pies están tapados por unos hermosos tacones negros.

Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora