Entre Asesinos Y Presas. Poe × Apolo (En Corrección)

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¿Solo veremos películas?¿Enserio?

Poe Verne

Me quiero acercar, pero no puedo.

Apolo está viendo una película de no se que con algo de una maldición, una bruja y asesinos. Y he intentado prestarle atención, pero no puedo.

Solo miro su perfil atentamente, y sé que el está al tanto de eso, porque de vez en cuando se ha puesto colorado.

Y no podemos hacer nada porque estamos en su casa, y —aunque Artemis y Claudia no están— él sigue insistiendo en que en cualquier momento podrían llegar.

Tal vez no podamos tener sexo aquí, pero si se pueden hacer otras cosas.

No todo en la vida es sexo, solo el 98%

¿Y que hay con el 2% restante?

Es lo mismo, pero si lo separamos se ve más científico.

Touché.

Le pongo una mano en la rodilla, y veo como se tensa inmediatamente.

—Deja de tocarme, estamos viendo una película —me recrimina él.

—Ya, como si no te gustará —me mira y pone los ojos en blanco.

Exitante.

—No me gusta mientras veo películas, así que calma tus hormonas.

Ruedo los ojos.

Siempre arruinando la diversión pequeño Hidalgo, siempre arruinando la diversión.

Escucho como suena el timbre, yo fruncí el seño con confusión, y el chico a mi lado de tenso completamente.

Oh claro, ha de ser mi cuñado.

—Iré a abrir —avisé.

Apolo me tomo de la muñeca para intentar detenerme. Por suerte soy más fuerte que él, y logró zafar me

Camino despreocupadamente hasta la puerta mientras acomodó mi garbandina. Al abrir la puerta, la parejita de enamorados me miran con curiosidad.

Sonrió ampliamente.

—Hola familia.

—¿Hola? —parece más una pregunta que un saludo. La pelirroja lo dice con expresión confusa.

—¿Qué haces aquí? —claro, Artemis es más directo.

—Veía películas.

—¿Quién te abrió? —me preguntó Claudia.

—Lo... Apolo.

—Mhm... Han estado muy cercanos estos días...

—Si, si, si —Apolo llegó a mi lado, se veía un poco nervioso —, somos muy buenos amigos.

—Muy buenos amigos —remarqué el muy.

—Vale, ¿Te quedarás a cenar, Poe? —preguntó Claudia, sonreí abiertamente, no me importaba que Apolo me estuviera lanzando dagas mentales.

—Será un verdadero placer, Claudia.

Les di espacio para que entrarán, ambos fueron directamente a la cocina. Apolo se giró hacia mí y frunció el entrecejo.

Yo seguía con una sonrisa, eso pareció molestarle más. Me tomo de la mano y me llevo a un rincón, dónde ni Claudia ni Artemis nos verían.

Se giró hacia mí, y levantó los brazos de forma dramática.