VIII

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Sophie se preguntaba que significaba cuando alguien sentía unas cosquillas por su cuerpo y que una corriente de electricidad recorriera su cuerpo, lo había leído bastante veces pero nunca imagino sentirse así y ¿Por qué rayos lo sentía cuando Gilbert estaba cerca?

Nuevamente la Clarkson pasaba el tiempo junto a Gilbert, se podría decir que estaba casi viviendo ahí, solo cuando era de noche o necesitaba darse un baño y cambiarse, estaba en su casa.

-Deberías darte un baño.- le comentó Sophie mientras echaba a la olla un par de verduras y empezaba a revolver, ella misma se sorprendía de lo cuanto había aprendido a cocinar en estos últimos dos meses.

-¿Tan mal huelo?- pregunto con una ligera sonrisa.

-No sabes cuanto... Haz estado con esa ropa como hace una semana, debes cambiarte mientras yo termino de preparar esto.

Gilbert finalmente recorrió el pasillo y entró en el baño, dejando a Sophie sola en su cocina. La castaña terminaba de hacer el poco trabajo que le faltaba.

-¿Sabes? Eres una muy buena cocinera.- comentó Gilbert en la entrada de la cocina y logrando que la chica diera un saltito.

-Tonto, me asustaste.

-Lo siento. ¿Sabes, el día que conociste a mi padre? Me molestó todo el día, porque quería que te invitara a cenar.

La mejilla de Sophie se volvió rojas ante la confesión de Gilbert, pero una sonrisa apareció en sus labios mientras imaginaba esa escena en su mente.

-Estoy segura de que hubiera sido una velada encantadora.- dijo mirando a Gilbert por el rabillo del ojo mientras tomaba una cuchara para revolver la sopa.

-También dijo ... También me dijo que si sentía algo por alguien, debía decírselo.- continuó, levantándose de la silla y caminando lentamente hacia ella

Sophie jadeó cuando de repente sintió la mano de Gilbert colocada en su cintura, haciéndola girar para que estuviera frente a él. Movió sus manos a la encimera de la cocina, por lo que ella no pudo moverse. Sintió que su corazón latía rápidamente contra su pecho, mientras el cálido aliento de Gilbert golpeaba suavemente su rostro.

𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄𝐒 | 𝐠. 𝐛𝐥𝐲𝐭𝐡𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora