•|Capitulo ventidos|•

44.7K 3.1K 192
                                    



El día a llegado ¿que si estoy nerviosa? Estoy que me hago encima.


Son las diez de la mañana, estoy de pie mirando por la ventana como el jardín de la mansión Edwards es decorado, las personas se mueven de un lado a otro, posicionando las sillas con forros blancos y un listón azul con un lindo moño, los arcos de flores blancas con toques de azul, columnas de rosas dispersas por todo el jardín, el altar está decoración con un enorme arco de rosas blancas  con toques de azul que baja hasta la hierba del piso del jardín y se pierde en el cómo si nacieran de allí, sobre las sillas colgaron cintas de un extremo a otro y decorado  para que simular un cielo de rosas.



Logró ver a Ely en el jardín con un iPad en mano y dando saltos mientras agita su mano libre, cuando nuestras miradas se cruzan me sonríe y señala a las estilistas que van entrando, por la puerta trasera.
Ella sigue con lo suyo y yo por mi parte suspiro escuchando la voz de Camill en mi mente No somos unas perras débiles, somos fuertes, poderosas e inalcanzables y cada situación que se presente tenemos la capacidad para afrontarla.  Esas palabras se repiten en mi mente una y otra vez.




Tocan la puerta y murmuro un leve pase y la habitación se llena de personas, un hombre camina hacia mí y me agarra por los hombros.



-Eres más hermosa de lo que me describieron - Sonríe y transmite alegría. - Soy Albert querida, soy estilista, maquillista, modista, compañero de noches locas, amiga chismosa y a veces hago de sicólogo - me sienta frente al tocador y juega con mi pelo.



-Evangeline, pero puedes decirme Eva, encantada - me hacen cerrar los ojos y solo siento las brochas de aquí para allá en mi rostro, toman mis manos y empiezan a pintar las uñas, igual con mis pies, es una suerte que me llevara de Ery y me afeitara todo el cuerpo y de Ely tomar una pastilla para el dolor de cabeza, pues con tantos jalones de pelo siento que me van a despegar la cabeza.



Por un momento la tristeza quiere adueñarse de mí, al pensar en todo lo que e pasado a tan corta edad, pero hecho esos pensamientos a un lado y repito las palabras de Ery en mi mente como un mantra. Yo tengo el poder sobre mi vida, yo decido que rumbo llevar, yo decido que me hace daño, yo decido si convierto el dolor en poder, yo decido si quedarme a llorar o afrontar la situación, porque Yo tengo el control sobre mí.

Agradezco al cielo y por si acaso al infierno por mis amigas. Tocan la puerta y luego entra y saluda una voz que conozco muy bien.


-Mi hermosa Eva - Agustina la esposa de mi padre y quien fue una madre para mí, no aparenta su edad, es alta y esbelta con su hermosa cabellera rubia que llega al inicio de su trasero, lleva un vestido celeste con un listón blanco que resalta su cintura, sonríe y puedo ver sus ojos cristalizarse.


-Estoy muy feliz de que estes aquí - abanico mi rostro con mi mano, siento que me voy a derrumbar, en eso entra la señora Michell y se posiciona al lado de Agustina.


-Nuestra bebé creció - se abrazan y luego me van a abrazar a mí, pero Albert se pone en medio.


-Lo siento, pero no van a arruinar mi obra de arte - sonríe inocente.


-Estamos aquí para entregarte algunas cosas - Michell me enseña un hermoso broche que parece antiguo - algo viejo - lo pone en mi cabello.


-Algo prestado - Agustina me coloca unos pendientes.


-Y algo azul - dirijo la mirada a la puerta para ver a mi padre entrar con lágrimas en sus ojos y una corona con destellos de azul, se la entrega a Albert y veo cómo le coloca el velo.



-Estoy orgulloso de ti, soy un hombre afortunado de la hija que tengo, porque - limpia sus lágrimas - Es fuerte y valiente y nunca se rinde - besa mis mejillas y sale.


Lo entiendo, el también piensa que Esther debería estar aquí y le duele el resultado de todo.



-Vamos por el vestido linda - Albert viene arrastrando el maniquí con el vestido y gracias a Dios tiene ruedas



-Te ayudamos - Agustina y Michell lo ayudan a desmontar el vestido y me indican que me ponga de pie y me acerque, entro en el vestido y siento como me quedo sin aire cuando aprietan el corsé, entro mis brazos en las mangas y Agustina acomoda mis pechos, mientras Michell ata mis zapatos, me ponen frente al espejo y quedo impresionada, parezco una reina de una era antigua, estoy encantada, Albert coloca la corona con el velo en mi cabeza y mientras acomoda la puerta es abierta de golpe y ...



- ¡Carajo! - una voz ronca se escucha justo cuando la colonia masculina inunda la habitación.

Un acuerdo tentador | I saga tentación +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora