Capítulo 12: Sofista

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El día había empezado demasiado "bien", siendo sarcásticos, resulta que alguien había decidido dejarle sobre el escritorio a Eugeni una caja con mierda de perro, literal.
Ahora teníamos a un Tony muy enojado acusandonos como si fuéramos criminales.

— A ver, que la bromita que hicieron de hoy no nos hace nada de gracia — dijo mirando a Merlí, que reía disimuladamente.

— ¿Nadie piensa decir quién fue? — obvio que no Tony, nadie iba a admitirlo — perfecto, hoy por la tarde se quedan quitando chicles del patio, y durante tres semanas tendrán que limpiar el aula después de clase.

¡Lo que nos faltaba! Todos nos quejamos con algo de mal humor.

Berta alzó la voz — El que fue que lo diga así no todos nos ganamos el castigo.

— Tony — defendió Merlí — a lo mejor no fueron ellos. Alguien de otro curso pudo haber entrado y dejarlo ahí.

Tony le dedicó al profesor una mala mirada y se fue del salón no sin antes mirarnos amenazante.

— Ustedes no saben defenderse — acotó Merlí— sonaron tan poco convincentes.

— Pero Merlí, nosotros no fuimos.

— No sé si fueron o no — se sentó en la mesa — Tienen que ser más sofistas.

— ¿Sofistas? — pregunté.

— Los sofistas fueron educadores que tenían el arte de seducir con las palabras. Un sofista hoy hubiese convencido a Tony que no le dejó el regalo de mierda a Eugeni.

Todos anotabamos en el cuaderno lo que el escribía. Me crucé con la mirada algo distraída de Joan, cuando lo pillé se dio vuelta algo avergonzado. Di una media sonrisa.

— Sócrates odiaba a los sofistas, los odiaba no solo por su mala forma de enseñar sino que también cobraban sus clases.

— Sócrates odiaría a los profesores de hoy en día— acotó Pol.

— Tienes razón, serían su peor pesadilla. — dijo — En fin, que día oportuno para dar a los Sofistas, ¿No creen?

Caminaba por el insti, no tenía ganas de tener inglés entonces simplemente me salté la clase.

Alguien se acercó a mí — ¿Tú de que vas Zoe?

Maldito Pol Rubio. Hasta su sombra me perseguía.

— ¿De que voy de que? A lo mío.

— No sé, primero lo de Santi y después divulgas cosas falsas sobre mí — si, digamos que parte de mí venganza fue decirle a las chicas del insti cosas malas sobre él. Mí diablilla interior sonrió.

Miré a todos lados — ¿Crees que no me enteraría que te follaste a Bruno y después viniste a buscar tu postre?

Se puso blanco como un papel, ajá, no contabas chulito con que yo supiera eso ¿No?.

—No le digas a nadie Lorca, te lo advierto.

— ¿Que te crees? Puedes jugar con mí amigo y luego hacerme sentir mal a mí. Vete a la mierda Pol. Nadie se enterará que el machito se metió con Bruno Bergeron, tranquilo.

— Bueno tía si lo dices así me quieres hacer sentir mal — deberías.

— Déjame disfrutar mis dos horas en paz, no salí de inglés para tener que encima soportarte a ti — me senté en las escaleras.

— Pues a mí Laia nisiquiera me dejó entrar a la clase, por llegar tarde.

Lo miré como si tuviera un tercer ojo — ¡Te felicito! Búscate algún lugar para ti mismo.

— Zoe nadie te cree el papel de malota, eres como un conejo enfadado. ¿Tanto te rayó que nos hayamos liado? ¿Acaso no te gustó?

Qué pregunta — Nisiquiera lo recuerdo, estaba ebria, al igual que tú.

Se acercó más a mí y sin más nada q decir me besó — Pues mira como te lo recuerdo — quedé pasmada y apenas pude responder.

Lo tomé de la camisa para alejarlo, pero al mismo tiempo algo dentro mío me decía que haga esa misma acción para profundizar el beso.

— No, Pol, no.

— ¿Por qué no?

— No sé, tal vez porque estuviste de novio con mí amiga y hace poco te liaste a mí otro amigo.

— Oh vamos con Berta ni me hablo y lo de Bruno fue un error.

Me levanté algo cabreada — Suerte en tus horas de descanso.

— Ya verás como vas a caer ante mí, Lorca.

— Guardame un boleto, quiero ver eso en primera fila.

***

— Como vimos en la última clase, los Sofistas tenían cualidades. ¿Con que cualidades se venderían ustedes?

La puerta lo interrumpió, Tony entró — Disculpen, él es Oliver, entra hoy.

Un chico guapísimo, alto y que se movía mucho entró por la puerta. Con las chicas nos pusimos alerta.

— Pasa pasa Oliver, ahí tienes un lugar libre — indicó Merlí — estábamos hablando de cómo nos venderiamos según nuestras cualidades, empieza tu, anda. De paso te conocemos más.

No le dio ninguna vergüenza hacerlo — Me llamo Oliver, tengo dieciocho años. Soy buen tío, sensible, también tengo mal humor si es necesario. M gusta bailar, me ayuda a evadir mis problemas. —hizo una breve pausa— ¡Ah!, y soy gay.

Todos prestamos más atención que nunca a las palabras del chico simpático, que continuó su discurso.

— Lo digo para evitar comentarios como; "Oh mira, tiene pluma, parece que le gustan los tios". Pues sí, me molan los tíos y nunca me he ocultado. Y al que no le guste, que le den por el culo — concluyó sonriendo — ¿Quien sigue?

Joder, eso era tener actitud, mucha actitud.





La paradoja del cuervo || Merli #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora