Capitulo 32: Veinte poemas de amor

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— Chicos, antes de que se vayan, debo decirles que Joan va a estar ausente por algunas clases. — anunció Merlí mientras guardabamos nuestras cosas.

— Pero si hoy a la mañana estuvo — contestó Oksana confundida.

— Lo sé, pero se fue a casa, necesita estar en familia. Su padre está muy enfermo, está muriendo.

Todo se sumergió en un silencio horrible, claro, nadie sabía la gravedad del asunto salvo yo. Aún así, Joan no había vuelto a hablarme de eso, ni de eso ni de nada.

El timbre sonó anunciando el fin de clases, estaba levantando mis cosas cuando Merlí me interrumpió.

— Zoe, quédate un segundo.

—¿Si?

— Hoy hablé con Joan y me comentó que había hablado contigo sobre su tema.

— Si, la otra vez, al parecer necesitaba desahogarse con alguien.

Curvo los labios en una pequeña sonrisa — Joan te necesita.

Eso me tomó de sorpresa, quería replicar algo pero no sabía que decir.

— ¿A mí? Digo.. es horrible lo que le está pasando a Joan, pero estoy segura que querrá estar en familia, no conmigo.

Merlí no me contestó nada y se puso a buscar algo dentro de su portafolios, finalmente sacó un papel y me lo entregó.

— Esto te pertenece.

Lo abrí con con desconfianza, la letra inconfundible de Joan con tinta negra:

"Aunque tus ojos no me puedan ver
Formo parte de ti
Como el agua de la tierra
Siento envidia del viento
Que te puede tocar entera.."

— Es el poema que escribió Joan a principio de curso, el que presentamos al concurso literario. Pero esto no tiene nada que ver conmigo, Merlí.

Me dió una mirada cómplice que pocas veces ví en él — Nos vemos mañana, Zoe Lorca.

Y se fue ahí, dejándome con más preguntas que respuestas. El salón ya estaba vacío, me senté en la mesa de profesores y releí varias veces el poema.
Todavía recuerdo cuando lo leyó con esa voz tímida y como mis sentimientos salieron a flor de piel. Porque Joan era perfecto, con esa manía de aprobar todo, con ese tempo de sabelotodo. Me siguió pareciendo perfecto cuando su personalidad cambió completamente, aunque a veces me despertaba odio.

Se me ocurrió dar vuelta la hoja, no había nada, pero una pequeña turbación llamaba mi atención. Acerqué más mi ojo, era una dedicatoria en letra casi imperceptible..

- Zoe L.

Mi corazón dió un vuelco y casi de forma automática salté de la mesa para salir del salón. Cada palabra que dijo Merlí, cada locura, tenía razón.
Yo realmente no sabía si Joan me necesitaba, a lo mejor solo quería estar solo y pensar, pero esta vez yo me sentía con las inmensa necesidad de acompañarlo.

.

Tenía todo en contra, me sentía una descarada yendo a la casa de Joan y más en un momento como este. Cada tres minutos estaba a punto de girar y volver en dirección a mí casa, pero algo me decía que siga.

Llegué mientras me temblaban las piernas, abracé mi mochila antes de tocar el timbre rápido, como si no me animara.
Fue la madre de Joan quien me abrió, tenía ojeras y sus hermosos ojos verdes -que además heredó Joan- se encontraban cansados.

— Y-yo.. Joan.. — carraspeé — pensé que sería buena idea visitar a Joan.

Ella me calmó frotando mis brazos — Si, es una buena idea Zoe. Pasa por favor, sientete como en tu casa.

La paradoja del cuervo || Merli #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora