Epílogo

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7 años después...

Terminé de arreglarme en el espejo, peinado bien, maquillaje bien, ropa, bien. Definitivamente estaba preparada.
Hoy tendríamos la fiesta de reencuentro del Ángel Guimerá, Oliver muy amablemente nos había ofrecido su nuevo Bar para la ocasión.
Y... Oh no, olvidé mis pendientes. Mientras me los ponía miraba de reojo el último libro que había publicado, veía miles de ellos, y ya la literatura y la mediocridad me perseguían. Pero todos saben que mi fama se la debo a mi apellido.

El claxon del auto sonó y me apure, tomé mis cosas y salí del apartamento no sin antes fijarme si cerré bien.

—¡Iván! — lo saludé con dos besos.

— Que tal Zoe, que guapa te ves. ¿Lista para hoy?

— Claro que si, muy lista.

Arrancó el auto — ¿Te molesta si pasamos a buscar a Gery? De paso quiero saludar a Mina.

Sonrei con ternura — Pero como me va a molestar, hace un mes que no la veo y ya la extraño.

— Es un Chucky, está cada ves más traviesa.

Estacionamos en la casa de Gerard, fue, para nuestra suerte Mina quien nos abrió la puerta con una emoción.

— ¡Tío Iván, Tía Zoe! — la niña de ojos saltones corrió a nuestros brazos.

— Hola bicho, por dios estás enorme — dije dándole besos por toda la cara y acariciándola.

— ¿Ya ves? Soy muy grande.

Merlina o Mina era la pequeña hija de Gina y Merlí, la hija que Merlí jamás llegó a conocer.
También era la media hermana de Gerard y la "sobrina" consentida de todos los peripatéticos.

— Oigan, No mola llevar moño ¿O si?

— No que va, estás bien así Gery — le aconsejé.

— Bueno vamos, ¡Adiós mamá!

— Adiós chicos, diviértanse!

Llegamos al bar que ya estaba explotado de ex alumnos, a la primera que ví fue a Tània.

—¡Tània nena! — me abrazó todo lo que su gran vientre le permitió — ¿Cómo está el pequeño?

— Moviéndose y fastidiando al igual que su padre — sonreí dándole otro abrazo.

—¿Dónde está Marc?

Se encogió de hombros — No nos hemos puesto de acuerdo, él vendrá en taxi y yo vine en metro.

— Uy uy, problemas matrimoniales.

Oksana, Berta y Mónica también me saludaron, era tan raro volver a verlas después de tanto tiempo.
También ví a Joan, oh Joan... Qué distintos caminos nos había echo tomar la vida.

Lo saludé con dos besos y un abrazo — estas hermosa Zoe, tuve la oportunidad de leer uno de tus libros y déjame decirte que eres realmente buena.

— Me alegra oír eso, yo también he visto al prestigioso abogado en televisión — al decir esto se puso todo rojo.

— Bueno.. sería muy modesto de mi parte.

Pol y Bruno entraron y yo corrí a abrazar a mis dos mejores amigos, con los que mantuve contacto en cada momento.

—¡Hola parejita!

— ¿Cómo estás nena?

Los tres juntos éramos un maravilloso desastre; un profesor de filosofía, un estudiante de historia frustrado y una escritora.
Bruno me besó la mejilla y Pol repitió esa acción, al mismo tiempo en la otra mejilla.

Oliver que llevaba unas llamativas gafas rosas se acercó a todos — A ver a ver chicos, ¡Bienvenidos peripatéticos!
Para comenzar esta magnífica noche les tengo una sorpresa y para eso tienen que venir aquí.

Nos acercamos todos a un gran proyector donde empezaron a pasar imágenes de... Me tapé la boca con emoción, eran las fotos y los videos del último Campamento antes de terminar el insti.

— Miren Gabi y Quima!

Rei al verme a mi misma a los 17 años, mierda lo que es sentirse sentimental.
Cuando vimos a Merlí pasar en el vídeo todos nos emocionamos hasta las lágrimas, pensé en lo mucho que llevábamos sin verlo, en que había olvidado su voz y su rostro.

Abracé a Bruno, sabía lo mucho que le afectaba, aunque haya pasado mucho tiempo de la muerte de su padre.

Cuando terminó el vídeo todos aplaudimos con todas nuestras fuerzas.

— ¡Te has pasado realmente Oliver, que detalle!

— Y hay una sorpresa más — sonrió cómplice — pero para eso deben esperar que amanezca.

***

Y así fue, todos esperamos que amanezca y ahí nos tomamos distintos taxis para ir al Ángel Guimerá. Esa era la sorpresa de Oliver.
Yo no me sentía preparada para volver a ese lugar, me temblaban las piernas.

— ¡Bienvenidos antiguos peripatéticos!

Evité llorar al ver a Eugeni, lo abracé con emoción. Todos estábamos muy conmovidos.

— Bua que fuerte, todo está igual — Dijo Gery.

— Si.. tú si que estás igual — dijo Eugeni haciéndonos reír a todos — vengan, acompañenme, seguro quieren volver a lo que fue su salón.

Y ahí si fue una bomba de emoción para todos.

— Oigan, que no quiero llorar, soy un abogado privilegiado — dijo Joan.

Nosotras nos sentamos en nuestros antiguos bancos y las memorias volaron como mariposas.

— Que fuerte, son los mismos bancos — dijo Berta.

— Desde que ustedes se fueron este salón no se volvió a usar. De alguna forma los estaba esperando.

Sonreí con los ojos vidriosos, recordé la primera vez que entré en el Ángel Guimerá y al mismo tiempo la vez que salí para no volver a estudiar nunca más ahí.
Miré a mis compañeros, a mis amigos de vida, a los que le dieron sentido a mi adolescencia.

Y si mirabas a la mesa de profesores podías ver a Eugeni sentado, a Santi, a Mireia, a Gabi, a Silvana, a Quima, a Merlí..

A Pol y a Bruno que aprendieron a amarse y tiempo después sería la madrina de su boda.
A Tània y a Marc, que tuvieron una hija hermosa y supieron llevar su matrimonio de la manera más tierna.
A Mónica que siempre me ayudó a editar mis libros.
A Gery que con su eterna niñez me devolvió a mi infancia más de una vez
A Iván, a Oliver que me dieron las mejores fiestas.
A Berta y a Oksana por los increíbles consejos de moda.

A Joan... Mi eterno y primer amor, el  incondicional con el que volví muchas veces.

A Merlí, por ser el mejor profesor que tuve y por dejarnos a Mina que es la herencia más valiosa que pudo habernos dejado.

A todos ellos vuelvo un miércoles 16 de diciembre, sentada después de 7 años en los eternos bancos del lugar donde fui feliz.

La paradoja del cuervo || Merli #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora