Capítulo 31: Malestar

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Todo estaba mas tenso y difícil desde que a Geri le robaron su portátil, en especial Pol, se sentía atacado y creía que nosotros de por sí lo acusábamos como el ladrón. Acusación que es totalmente falsa, yo sabía que no fue él.

— Es muy mono  —Dije acariciando a Nil, el hijo de Oksana que hoy la había acompañado al insti. Era un niño guapisimo, de pelo rubio y muy carismático.

— ¿Aquí tienes cosquillas cariño?  —le preguntó Tánia mientras él reía a carcajadas.

—Hoy mi madre no pudo cuidarlo, tenía turno en el médico, pero Nil es muy tranquilo. No causará problemas.

Sonreí con ternura  — Ya verás que no.

Merlí se acercó a la puerta del salón, esperándonos a nosotras para que entremos, su rostro estaba particularmente serio.

— Hola Merli, no te importa que entre a clase con Nil ¿cierto? mi madre no podía cuidarle — Preguntó la rubia con una media sonrisa.

—No, no entrarás con el niño a clase.

 Vaya, eso si fue sorpresivo. Compartimos mirada con Tánia quien estaba tan desconcertada como yo.

—¿Cómo?

 — Lo que oyes, este no es lugar para traer a tu hijo, si quieres algún día te doy la clase a tí sola y no habrá problema. —su voz era severa.

— Estoy flipando mucho, osea que debo perderme la clase y quedarme aquí fuera con él.

 — No es mi culpa si tu hijo te molesta.

Oh no, dicho esto entró al salón dejando a Oksana consternada. Como se había pasado Merli esta vez, miramos al niño quien sin entender nada reía feliz jugando con un carrito.

— Tranqui  — murmuró Tánia.

— Como sea, me iré a dirección— se despidió de nosotras arrastrando la carriola.

Con Tánia entramos a clase, Gerard dijo un discurso pidiendo que el ladrón le devuelva su portatil, un discurso bastante tedioso la verdad porque nadie parecía asumir ningún tipo de curlpa. Aun asi, en la hora del recreo Merli y Mireia se encargarían de llamar a cada alumno, uno por uno, para declarar.

.

Salí de sala de profesores, Mireia me había echo tres preguntas y al parecer fue lo suficiente para declararme inocente. Afuera estaba Joan esperando.

— ¿Como estuvo?

 — Normal, no te hará tantas preguntas, ¿ya te toca?

— Supongo que si. —Sacó tabaco de su bolsillo y me ofreció —¿Quieres? —lo miré casi con odio, él levantó las manos resignado.

No pude evitar concentrarme un solo minuto en Joan, y en lo mucho que había cambiado.

— Probablemente una fotografía dure menos.

Que vergüenza, él se había dado cuenta como lo miraba

— Tranquila Zoe, si yo fuera tu también me miraría.

Reí con sarcasmo — ¿Donde está el Joan tímido?

— Muerto. — aspiró el humo.

— Que profundo puedes llegar a ser.

— Gracias, lo aprendí de Dostoievski. — al menos sigue leyendo, pensé.

Mireia salió y lo llamó, este se fue no sin antes guiñarme un ojo discretamente.
Me alegré de pensar que teníamos horas libre, pero no, tendríamos una charla sobre las carreras universitarias. Esto sí sería aburrido.

*

Era Silvana, nuestra profe de historia y Eugeni los que encabezaban la charla. Merlí también estaba presente, pero en el fondo del salón, sin hablar.

— Es muy importante que tengan una orientación, que sepan que quieren estudiar. Deberían estar agradecidos de que la educación de Barcelona es una de las mejores, y en especial los profes. Porque solo los profes malos quedamos en preparatoria.. — dijo Silvana una pequeña broma haciendo que todos riamos.

Yo estaba muy segura de lo que quería estudiar, literatura, por eso preferiría que estás charlas tuvieran un botón de omitir.

—Hay mucho por estudiar y muchos lugares, públicos y privados. Doctorados, licenciaturas, todo esto se encontrarán.

— Y también dos huevos duros — ¿Qué? Nos giramos a ver a Merlí que había hablado desde las tinieblas del fondo del salón.

— Merlí.. — Eugeni uso su tonito de advertencia — ¿Está todo bien?

— Espero que también les cuentes la letra chica, Silvana. ¿Vas a contarles cuánto tendrán que pagar sus padres para que estudien en esas magníficas universidades?

— Merlí, no es el momento — repitió Eugeni.

— ¡Viva la educación pública! — festejó con cierta ironía — Ni hablaré del robo que es la privada.

— Merlí — hablo Silvana algo harta — entiendo tu mensaje y me encanta. Pero creo que el tema económico depende de cada familia.

— Sí, Pol. ¿Que hay de tu familia? ¿Lo pueden pagar?

Pol quedó un poco consternado — Pediré una beca.

— ¿Una beca? Eso, si cumples los requisitos. Me encanta cuando dicen que debe haber educación para todos. ¡Hipócritas!.
El sistema necesita que muchos no puedan pagar la carrera.

Hasta cierto punto tenía razón, más aún con las universidades públicas, que algunas te hacen pagar casi una cuota base solo en materiales de estudio carísimos.

— ¿Y tú Oksana? ¿Crees que el sistema es para ti, que tienes un hijo? Allá tampoco te dejaran entrar con el niño en clase.
Si el sistema te tuviera en cuenta, habría guarderías en las universidades para los padres y madres que estudian.

(...) En este país la educación se considera un gasto, no una inversión.
A ver si ponen a un profesor de secundaria como ministro de educación. Y si soy yo, mejor.

Un silencio incómodo surgió en todo el salón, Eugeni estaba escandalizado y Silvana se notaba muy incómoda. De alguna forma Merlí había arruinado su charla. Pero para mí, estaba bien lo que dijo, porque nos venden la universidad como si fuese todo flores y arcoiris. Tenemos que saber también su lado oscuro.

Luego la charla se suspendió, al menos esta no fue tan ordinaria como las otras.

La paradoja del cuervo || Merli #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora