Capítulo 24: Lo sabe

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- Si, a fin de curso iré a Roma a ver a Nicola - nos anunció Bruno a Tània y a mí.

-Yo creo que es genial, pasarás las fiestas con tu novio en un país que es hermoso. Ya quisiera ser tú.

Bruno sonrió algo incómodo, había algo distinto en su forma de hablar, como si ocultara un secreto que esté a punto de revelar.

-Pero tío, como que nos avisas recién ahora, ¿No crees?

- Bueno... No lo considere tan importante, digo.. es algo obvio, mí madre vive allí y de vez en cuando debo visitarla.

Le guiñé un ojo cómplice haciéndolo reír - Claro.. no vas por el novio.

- Más vale que nos traigas algún recuerdo del Coliseo.

- Con que me traigas un buen plato de pasta - solté un sonido de puro placer.

- ¡Pero Zoe! Eso es imposible.

- Déjenme soñar - apoyé mí cabeza en mí mano.

- ¿Cómo estarán este tiempo sin mí?

Con Tània lo miramos horrorizadas, como si fuera un insulto la pregunta que acababa de hacernos.

- No seas tonto Bruno, ni que te fueras toda una vida. Son un par de semanas.

Los tres nos dimos un corto abrazo, eran esos pequeños detalles de amistad los que hacían nuestra vida más feliz.



***

Fiebre de viernes por la noche. Acaba de terminar una novela y lo único que quería hacer con mí vida era terminar mí bola de helado, llorar y dormir. Eran las once y treinta de la noche, cualquiera estaría de fiesta pero yo había tenido una semana dura y mí mente me pedía descansar.

De repente empezó a sonar mí móvil, una y otra y otra vez. Aplaste mí cara con mí almohada sabiendo que tendría que contestar porque tal vez era una emergencia.

Llamada entrante: Pol.

Lo maldije en todos los idiomas posibles pero apreté el botón verde.

-Mira si quier....

- Zoe la he cagado, la he cagado como nunca antes.

Se notaba la desesperación en su voz, me estiré en la cama.

-¿Que ocurrió?

- Iván. Iván nos vio, me vio a mí besando a su madre.

¡Mierda! Me levanté de la cama de golpe, mí cuerpo me había obligado. Sabía que la situación era seria, muy seria.

- ¿Cómo mierda sucedió eso? ¿Dónde estás?

- Estoy en el bar y no puedo irme porque Miriam se fue a buscar a Iván. Estoy acojonado de puta madre, si hubieras visto su cara cuando nos vio, me dio escalofríos.
Ven Zoe, no quiero estar aquí solo.

Miré el reloj en mí mesa de luz, era tarde pero tampoco tan tarde. Bufé por lo bajo.

- Está bien, iré.

Por suerte no me había puesto el pijama y tenía una ropa con la que podría salir a la calle.
Si el bar de la mamá de Iván no sería tan cerca le hubiese dicho a Pol que se joda. Pero eran solo cuatro calles, llegaría muy pronto, además no sé que pasaría ahora con ellos y sinceramente me urgía saberlo.

Cuatro calles. Habían muchas personas, algunas terminando de cenar y otras preparándose para salir de farra.
La silueta nerviosa de Pol se presentó en mí campo de visión, cuando me vió abrió la puerta y me hizo entrar rápido.

- Joder, como tardaste - me saludo con dos besos.

- Discúlpame por no tener un auto que me deje por aquí más pronto que mis pies. - contesté irónica - ¿Pasó algo?

- Nada, ninguno de los dos salió de la casa.

- Vámonos de aquí Pol, será peor para ti.

- No puedo dejar el bar sólo y tampoco tengo la autorización para cerrarlo.

- ¿Que te importa eso? Considerate despedido, no esperes trabajar más en este lugar.

Pol se mordía las uñas, desesperandome - yo sé que ella está enamorada de mí Zoe, me lo dijo, me lo estaba confesando.

- Pero tú tienes 18 y ella 40. Por más que los dos quieran nunca van a poder ser algo más que compañeros de trabajo y "follaamigos". Iván siempre estará en el medio de los dos.

- Pero ciertamente el idiota soy yo - negué palmeandole el hombro.

- La idiota soy yo que deje mí preciada cama para venir a darte clases de ética sobre por qué no cogerte a la madre de un compañero.

La paradoja del cuervo || Merli #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora