Capítulo 35: Una Dura Espera

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(37 Días Antes.)

- ¿Podría decirme por favor?, ¿qué pasó con la persona que vivía aquí?

- ¿Quién el joven Santiago? Fue extraño sabe, me llamo a las cinco de la mañana a decirme que se tenía que ir, me agradeció por todo y luego me colgó. La verdad que no sé a donde fue... - responde aquella amable señora, con mucha vehemencia. - ¿Y usted es...?

Con un fuerte nudo en la garganta, ella le responde: - Nadie... Una amiga.

Se retiró de ahí, y no pude evitar soltar el llanto de su alma, todo se transformó en una verdadera pesadilla. Trato de tomar aire y tranquilizarse; pero le era imposible soportar el inmenso dolor que arraigaba mi corazón.

Salió afuera y sus pies se derrumbaron contra el suelo, sus rodillas la sostuvieron, y en sus manos tomó la carta que él le había escrito horas antes. "¿Por qué me?" Se preguntaba ella. ¿Por qué me hizo esto? si yo lo amaba."

- ¿Por qué? - acerca la carta a su pecho, tratando de convencerse así misma, que todo era una completa pesadilla y pronto despertaría.

Una mujer bastante mayor, la vio tirada en el suelo desconsolada, y muy preocupada se acercó a ella para socorrerla. - ¡¿Señorita, se encuentra bien?!

La mirá con mucha tristeza, y sus lágrimas reflejaban al desnudo todo lo que su alma estaba sintiendo, era como si una parte de ella, hubiese sido arrancada bruscamente para siempre.

"Ojalá todo fuera sueño, ojalá y alguien me despierte de está cruel pesadilla ya."

(* * * *)

Narra Lucy...

No volví a casa, después de que aquella señora preguntara si estaba bien, me puse de pie y agradeciéndole por todo, camine al parque que quedaba por las vías del tren, recorrí el sendero y llegué a una pequeña colina, en está se podía ver gran parte de la ciudad, y al llegar ahí recordé aquella vez en la que él me llevo allí.

* Flashback...

- Y... ¿Qué te parece? - pregunto él.

- ¡Vaya, nunca había estado aquí antes! ¿Cómo lo descubriste?

- El mismo día que volví, me puse a recorrer el parque, me pareció un lugar muy agradable. Y mientras caminaba por este sendero lo descubrí y me gustó mucho.

- Pues... A mí también me gusta. - Sonreír y observé la ciudad.

Santiago se acercó lentamente por detrás, y en un murmullo me dijo: - Por la noche es más bello. Y, la cantidad de tráfico es muy impresionante.

- Si, el tráfico en esta ciudad suele ser muy estresante. - voltee para mirarlo, y tenía su mirada fija en la ciudad, por lo visto disfrutaba mucho de aquel momento, pues eran las cinco de la tarde, y el atardecer era muy hermoso.

- ¿Sabes algo? - hablo Santiago. - Mi abuelo una vez me contó. Que en un atardecer de verano, una mujer llegó corriendo a su casa, esta muy emocionada le dijo que acababa de ser abuelo. ¡Él se emocionó tanto, que fue de inmediato al hospital...! Al llegar, vió a su hijo y a su esposa cargar en sus brazos a un pequeño niño. Él se conmovió tanto, y cuando sostuvo al niño por primera vez en sus brazos, volvió a sentir esa misma sensación de felicidad que sintió, cuando se enteró que sería padre.

- ¿Y me imagino que ese niño eras tú verdad? - Él asintió y yo le pregunté: - ¿Cómo eran tus padres?

Él se puso a pensar, y me respondió: - Mmm... Pues la verdad... No lo sé. Jamás los conocí... Murieron cuando yo era un bebé.

Las Memorias De Orun: El Guerrero CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora