CAP 4. COLAPSO

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Lo único que se escuchaba en el pasillo eran los tacones de la supervisora, la cual se llama Lidia. Era bastante odiosa y poco comunicativa.
Recorrimos unos pasillos hasta volver a una de las escaleras grandes, una vez en el piso de arriba, me guió a una de las puertas principales.

— Es aquí, ten. — Me extendió un papel que tenía mi cronograma, horario para comer, dormir, talleres e incluso tenía horario para descansar, eso era indignante.

— ¿También hay horario para ir al baño?— Bromeé.

— Es para mantener el orden, ese es tu horario, lo demás te lo dará tu supervisora. — Se giró y golpeó la puerta.

La puerta fue abierta por una señora de tez morena y pelo muy corto, vestía una bata azul marino decoradas con perlas blancas.

 
— Es la nueva, la encontré con un grupo en la biblioteca.— Dijo Lidia mientras me empujaba dentro de la oficina.

La oficina era grande con muchos libreros, el escritorio se encontraba en el medio, detrás de el había un ventanal con una vista increíble, los sillones se encontraban más cerca de la puerta, junto a un retrato antiguo.

— Es la fundadora de la institución Lindsay Crawford — Habló la supervisora al ver mi atención en el cuadro. —Mi nombre es Zafira, seré tu supervisora.

— ¿Por que estoy en este lugar? — No había tiempo para detalles sin importancia.— ¿Por que no puedo recordar nada? Necesito ver a alguien que me conozca.

— Tu amnesia es producto de tu cerebro, intentando protegerte.

— ¿Protegerme de que?

— De un trauma emocional, a veces nuestro cerebro crea un mecanismo de defensa contra recuerdos que no son agradables.

— ¿Y que recuerdo trato de bloquear?

— No puedo decirte cual es, realmente creo...

—No me interesa lo que crea- la interrumpí. - Puede traer a alguien de mi familia o decirme mi nombre.

Estaba comenzando a enojarme, me prometieron respuestas de una supervisora, en cambio, ella no podía decir ni mi nombre, era desesperante.

—No puedo darte esa información porque no la tengo.

— ¿A que se refiere?— Su respuesta me desconcertó. — ¿Cómo llegué a este lugar?

—Un grupo te encontró en una iglesia a cuatro horas de aquí. — Me entregó una carpeta con imágenes del lugar. — Estabas al borde de un colapso, llorabas y gritabas que el plan salió mal.

En las fotos había una iglesia, era antigua y pequeña. Se notaba que el lugar estaba descuidado y sucio, parecía que estaba apunto de derrumbarse. Las imágenes me generaban angustia, pero no podía recordar nada.

— Eso no puede ser posible. — Fruncí el ceño confundida.— Ustedes me dieron algo para que olvidara.

Sentía que estaba siendo muy impulsiva, no podía mentir acerca de mis emociones, no era tan buena como... 

Por un momento tuve un sentimiento angustiante, conocía a alguien de mente fría que podía manejar mejor las emociones, alguien importante para mi, pero no lo recordaba. ¿Quién era esa persona?

— Nos llamaron porque no podían calmarte, te dimos un sedante y te trajimos a la institución, nada más.

—¿Como se que dicen la verdad? Pudieron drogarme y traerme a la fuerza, quizá nada de lo que dijo es cierto.

—Se que estas confundida créeme lo entiendo, es normal que no confíes en nosotros, pero solo queremos ayudar es nuestro deber como institución.

— Quiero irme de este lugar, no soy ninguna loca.

 
— Entiendo que tengas prejuicios, pero en este lugar se encuentran personas que necesitan ayuda. — Su voz sonó más firme.— Las personas somos más que una condición mental, no tienes porque mantener ese prejuicio de las instituciones mentales.

— No veo porque tenga que estar en este lugar solo por una crisis, quizás solo fue una acumulación de estrés.

— ¿Y qué hay de tu amnesia? El hecho de que fue una acumulación no lo hace menos, la salud mental es algo de suma importancia. La presión puede sobrepasar a cualquiera en ciertos momentos, pero lo que te ocurrió no es sano.

— Fue algo de una vez ahora estoy bien, puedo manejar esto.

—¿Sabes lo que es una crisis nerviosa?— Negué. — Una crisis nerviosa es consecuencia de la alteración de los niveles de estrés en una persona, sucede cuando las situaciones que pueden aparecer en nuestra vida, sobrepasan nuestras capacidades para afrontarlas, como la muerte de alguien. Se puede llegar a sufrir un bloqueo mental, que impide las funciones mentales normales.

—¿Eso fue lo que me pasó? — Ella asintió. 

— Nadie quiere tenerte aquí a la fuerza pero no podemos dejarte ir en esta situación, vamos a ayudarte a resolver lo que te hace mal y una vez recuperada podrás volver a tu vida.

No sabía qué decir, vine con la esperanza de obtener más respuestas y termine más confundida. Quería gritar de la desesperación, quería correr lejos de este lugar, exigirles que me dejaran ir. Pero no había manera que me dejaran ir, no en mi situación. Si me ponía violenta o hacia un movimiento en falso, les probaría que tienen razón. Debía pensar bien las cosas.

— ¿Nos dejaras ayudarte? — Preguntó.

— Quiero que me ayuden a recordar. — Fue lo único que respondí.

— Te ayudaré con tus recuerdos en la terapia, a cambio te pido colaboración para que esto funcione.— Me ofreció una sonrisa. — Bueno por hoy fue suficiente, ya tienes tu cronograma y sabes tu habitación. Mañana será tu primera sesión. Para poder asignarte tu sección correspondiente debemos tener un seguimiento de una semana en tu tratamiento.

Me acompañó hasta la puerta y antes de cerrar la puerta me llamó.— ¿Puedo darte un consejo?— Asentí. — Mantén un perfil bajo.— Luego de decirme eso cerró la puerta.

Caminé en dirección al comedor, por lo que vi en mí cronograma era la hora de cenar, para mi suerte detrás de los horarios se encontraba un mapa pero solo de este piso. Por ahora mi única opción era intentar adaptarme, conocer el lugar, saber horarios y buscar la manera de salir.
No sería fácil pero tenía que intentarlo, no podía seguir en este lugar.

 Enigma #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora