CAP.27: MILITARES

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Me desperté al sentir agua helada en mi cara, un tipo encapuchado me había tirado un balde de agua helada para que despertara. Estaba atada a una cruz, me era imposible moverme.

Estaba confundida ¿Cómo había llegado a este lugar? Lo último que recuerdo es lobos. Buscaba a alguien, a mi padre.

Estaba adolorida y cansada, necesitaba a mi hermanos, necesitaba a mi equipo, pero ¿Qué equipo? ¿Tenía hermanos?

Mis recuerdos comenzaban a nublarse, me estaba desesperando pero no podía hablar, mi cabeza dolía al igual que todo mi cuerpo.

Las luces de antorchas iluminaron el lugar, estaba en una iglesia, las personas estaban con túnicas, no podía ver sus caras ya que llevaban capuchas y todos miraban al piso.

— ¿Qué quieren? — Pregunté con la voz aún débil.

— Que pagues. — Respondió el hombre mirándome a los ojos, era un monstruo, sus ojos eran negros no había nada de blanco. Su cara parecía quemada y sus dientes parecían los de un tiburón, sus labios eran finos y muy delgados.

Al levantar la mirada me di cuenta que todos eran así.

Recordaba algo de ellos, eran los malos, mi grupo y yo ayudamos a que perdieran la guerra. No creí que pudieran encontrarme.

A medida que los recuerdos venían a mi se volvían más borrosos y confusos.

Un golpe fuerte hizo que saliera de mis pensamientos, todos en la iglesia estaban desmayados en el suelo.

Un hombre se acercó a mí y lo reconocí, era mi papá.

— ¿Papá? ¿Qué estás haciendo aquí?— Pregunté confundida.— Te estaba buscando, creo, no recuerdo bien. Mi cabeza está perdida, no puedo recordar con claridad.

Él me ayudó a bajar de la cruz mientras desataba mis pies.

— Nunca me secuestraron.— Dijo serio.

— ¿Es una broma?— Pregunte enojada.—  ¿Qué es esto? ¿Por qué me siento así? ¿Qué me hicieron?

— No te lo puedo explicar ahora, pero era necesario que vinieras aquí.— Dijo mientras me daba una mochila.— Te atraparon los lobos en el camino, eso no era parte del plan, ellos te mordieron, la sangre de lobo es letal, pero para ustedes solo los debilita, tuve que darte una dosis más fuerte para que recuperes tu fuerza, pero eso altera tus recuerdos. Lo siento era la única manera.

— Eso no importa ahora, podemos solucionarlo, mientras tengo algunos de mis recuerdos podemos escapar.— Dije sacando un arma de la mochila.

— No hay mucho tiempo, tienes que salir de este lugar y quemar la iglesia. — Me dio gasolina y un encendedor.— No puedo acompañarte. Tienes que confiar en la gente que va a sacarte de este lugar, ellos están afuera.

—¿Quiénes?

— Vas saber en quien confiar, sigue tus instintos.

— ¿Por qué no puedes venir?

— Tengo que asegurarme que ellos no te encuentren, no me busques. Tenemos misiones separadas, pero voy a cuidarlos.

Se fue dejándome completamente confundida.

Tenía que quemar este lugar, comencé a rociar todo con gasolina, cuando tuve todo listo salí del lugar dejándolo en llamas.

Fuera de la iglesia había un grupo de cuatro personas, parecían militares.

Uno era rubio y alto, nunca había visto a alguien tan hermoso, junto a él se encontraba un chico con rasgos asiáticos fumando. Junto a ellos había dos chicas, una morena de pelo largo y negro, la otra era colorada y mas baja que la morena, sus ojos eran de un verde familiar. Ambas llevaban el pelo recogido en una coleta alta. Su uniforme era militar, estaban bien armados.

— ¿Quiénes son? —Dije mientras les apuntaba con mi arma.

Ellos eran más, pero no me iba a dejar intimidar.

— Somos los que vamos a sacarte de este lugar.— Hablo el chico rubio.— Tu papá nos dio la orden.

La chica de pelo rojo, me lanzó el collar de mi padre, era su muestra de alianza.

Tenía mis dudas, pero confiaba en mi papá, si él decía que ellos eran buenos les creía. Baje mi arma y me acerqué a ellos.

— ¿A dónde tenemos que ir? — Pregunté.

— Al campamento, ahí estarás segura.—  contestó el chico rubio.

Me guiaron hasta un auto, que según ellos, nos llevaría a un campo cerca del lugar al que íbamos.

— ¿Cómo se llaman? — En el momento que hice la pregunta me arrepentí, todos me observaron, sus miradas eran intimidantes, sobre todo del chico rubio.

— Malik. — Dijo el otro chico, el era mas amable que los otros.

— Soy Dhalia. — Dijo la morena.

— Yo soy Luzbel.— La pelirroja ni siquiera me miro para responder.

Todos ellos me recordaban a alguien, pero no podía decir a quién.

El último en decir algo fue el chico rubio, él estaba manejando, solo miro por el espejo, y hablo.

— Kalil.

Nadie dijo nada,  no me atreví a decir nada más, todos ellos me intimidaban, en especial Kalil.

Ese chico no podía ser real, es como si lo conociera de toda la vida, no podía dejar de mirarlo. Mi comportamiento me estaba avergonzando.

 Enigma #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora