Abro los ojos a duras penas, tras escuchar el estruendoso ruido de mi alarma, y en cuanto consigo apagarla, un gran bostezo se escapa por mi boca, no ha sido mi mejor noche, pero no hay tiempo para remolonear.
En cuanto termino de asearme, me visto con un pantalón de traje color rosa fucsia y una camiseta ajustada en negro. Dedico aproximadamente tres cuartos de hora para detallar mi maquillaje de hoy, un ahumado en marrones, pestañas postizas no muy llamativas y un labial en un tono nude.
Al salir por la puerta de casa, me pongo los auriculares, para abstraerme del ruido de las calles, y no puedo evitar hacer un repaso de lo que han sido estos últimos meses. Desde que me fui de casa de Luke todo fue un caos, vivía con miedo, cada día lo único que me aportaba era ansiedad y malestar, me pasaba las noches llorando, sin poder dormir apenas, motivo por el cual estuve a punto de perder mi trabajo en más de una ocasión. Pero entonces llegó un punto en el que decidí ponerle solución a todo, vivir así no era vivir, y en el instante en el que mi mente hizo ese clic tan difícil en el que deja de lamentarse para buscar soluciones, es donde todo empezó a mejorar.
No ha habido rastro de más tíos capullos en mi vida, no he vuelto a dejar que nadie juegue conmigo de esa forma, ni que me meta en líos en los que no debería estar. Para ser más específica, Calum ha desaparecido por completo, desde esa última conversación con él en el pasillo, no he vuelto a saber nada, es como si todo hubiese sido proyecto de mi imaginación, y de repente se esfumara sin más.
En cambio, Luke ha seguido muy presente en mi vida, te mentiría si te dijera que no hemos vuelto a tener relaciones, lo hemos hechos, demasiadas veces tal vez, hasta llegar a ese incómodo momento de tener que sentarnos uno frente al otro, y preguntarnos "¿qué coño somos y hacia dónde va todo esto?" Ninguno teníamos una respuesta, no había los sentimientos suficientes como para dar un paso más, por parte de ninguno, así que antes de que llegara ese momento, decidimos parar y seguir siendo solamente amigos, sin ningún tipo de derecho añadido.
Ashton ha seguido teniendo idas y venidas con su ex, ya que al final ha conseguido alejarse por completo de ella, lo cual ha conseguido unirnos más que nunca. Hasta el punto en el que nos encontramos ahora, compartiendo un negocio que hemos abierto hace apenas un mes, una cafetería con exposiciones de jóvenes promesas en el mundo del arte, incluidos nosotros mismos, por supuesto. Durante la semana están expuestos los cuadros, y el sábado a la noche se hace un evento más formal, para poder realizar alguna compra venta de las obras expuestas. Por ahora parece que va bastante bien.
Esta mañana me toca a mí abrir, así que en cuanto llego a la entrada del local, saco las llaves para abrir la puerta y posteriormente desactivar la alarma de la cafetería. La empleada que tenemos para ayudar por las mañanas, no tarda en aparecer, por lo que mientras que no llegan los clientes, mantenemos una charla de lo más animada, hablando de aquello que hemos hecho este fin de semana. Ella me habla de su hijo, que no tiene más de un par de años, y de como en cinco minutos que le dejó solo, pintó toda la pared del salón que estaba a su altura. Y yo le cuento como tras acabar el evento del sábado, me fui de copas con un chico que había conocido ese mismo día, para después terminar en la cama, sin hacer nada porque él estaba demasiado borracho como para mantenerse en pie.
Poco después, empiezan a llegar los primeros clientes, los cuales ya empiezan a ser habituales, prácticamente vemos las mismas caras todos los días desde que abrimos, supongo que será gente que vive en los edificios de alrededor, o que trabajan cerca, pero es agradable ver como repiten cada día.
Tras varias horas de trabajo, decido tomarme un pequeño descanso, por lo que entro en un pequeño cuarto que tenemos para cambiarnos, saco una botella de agua de una nevera pequeña que hay en un lateral y tras darle un largo trago, me siento en el suelo, sacando mi teléfono móvil. Veo que tengo un mensaje de Ashton preguntando cómo va la mañana, por lo que le respondo que todo está muy tranquilo. Y después compruebo que tengo otro de Luke diciendo que me vendrá a buscar en cuanto termine para hacer algún plan juntos, le respondo simplemente que vale.
Guardo de nuevo el teléfono, y me quedo simplemente unos segundos en silencio, comprobando que parece haber entrado más gente al local, ya que de repente se escucha más ruido que antes. Apoyo ambas manos en el suelo, y me ayudo de ellas para impulsarme y ponerme en pie. Me acerco a la puerta, para salir, cuando escucho una voz que me resulta familiar, demasiado familiar. Cierro los ojos mientras la sigo escuchando y tomo una gran bocanada de aire antes de llevar mi mano al pomo de la puerta. La abro e inmediatamente mis ojos recorren toda la sala, como si estuviese escaneando a todas y cada una de las personas que se encuentran allí. Sin embargo, nadie parece ser el dueño de esa voz, no hay ningún rastro de azul en el sala.
Decido no darle más importancia, hace demasiado tiempo que no le escucho, y es muy probable que me haya confundido. Me coloco tras la barra, para poder atender a todas las personas que mi compañera no puede, hasta que empiezo a notar un olor a tabaco demasiado fuerte, como para ser el que entre por la puerta de la gente que está fumando fuera. Veo a un hombre de espaldas junto a una mesa alta que hay con taburetes, él está de pie aún, es muy alto, lleva una cazadora de cuero y unos pantalones negros ajustados, su pelo es bastante oscuro y rizado, trato de llamar su atención pronunciando un "perdona" varias veces, pero no me hace caso, así que salgo del lugar en el que estaba y avanzo hasta llegar a su altura. Toco un par de veces su hombro, al mismo tiempo que hablo.
- Disculpa, no se puede fumar dentro del local.- Informo en un tono seco y lo suficientemente alto y firme para que me escuche.
- Perdón.- Esa voz, esa puta voz, consigue poner todo mi cuerpo en tensión al instante.- No me había dado cuenta.- Responde mientras se gira lentamente, al mismo tiempo que dirige su mano a la mesa que tiene frente a él, para acto seguido apagar el cigarro sobre ella.- Quiero un café americano.- Pide apoyándose en la mesa con una sonrisa ladeada llena de arrogancia, en el momento en el que nuestros ojos se cruzan por primera vez, después de casi un año sin hacerlo.