Me quedan poco más de dos horas para terminar mi turno en el trabajo, hoy he quedado al salir con Ashton para hacer una de nuestras sesiones de desconexión, por lo que cuanto más se acerca el momento de que mi jornada laboral se termine, más lento se me pasa el tiempo. Aunque por suerte, hoy me ha tocado servir en las mesas, así que al menos estoy algo más ocupada y entretenida.
Llevo unos cinco minutos manteniendo una conversación con mi compañera, cuando veo entrar a un grupo de chicos, y sin duda no tardo en reconocer su pelo azul entre ellos. En esta ocasión lleva una camiseta que es mitad del color de su pelo y mitad blanca. Ambos cruzamos miradas durante un par de segundos, antes de que caminen hasta una de las mesas que hay a la derecha de la entrada. Hace ya dos semanas desde nuestro último encuentro, y parecía que ni él ni yo queríamos hacer el esfuerzo de que nada volviese a pasar entre nosotros. Y sin embargo, con toda la cantidad de cafeterías que hay en San Francisco, aquí está de nuevo. ¿Dirías que eso significa algo? ¿Simplemente habrá sido casualidad o idea de alguno de sus amigos?
Tras darles ese par de minutos de cortesía para que puedan echar un vistazo a la carta, y terminar de decidirse por lo que sea que vayan a tomar, me acerco a la mesa. En la cual se hace un silencio instantáneo al situarme a su altura, los cinco me observan atentamente, mientras les pregunto con amabilidad qué es lo que van a querer tomar. Trato de mostrarme totalmente indiferente en cuanto a Calum, como si no le conociera de absolutamente nada, y me limito a ir apuntando en mi libreta los distintos tipos de café que quieren que les traiga. Una vez termino, vuelvo a la barra para transmitirle el pedido a mi compañera, y me mantengo a la espera, obligándome a mí misma a no centrar mi atención en ese punto de la cafetería.
En el momento en el que tengo todo situado sobre mi bandeja, camino con cuidado para volver al lugar en el que se encuentran ellos. Empiezo a repartir sus bebidas calientes según recuerdo que me las han pedido, hasta que noto como las yemas de unos dedos empiezan a recorrer mi muslo izquierdo con suavidad. De inmediato dirijo mi mirada al chico que se encuentra en esa zona, quien al ver mi expresión, sonríe con falsa inocencia mientras eleva ambas manos, cesando de esa forma en sus caricias.
- ¿Qué pasa? ¿Hoy no te apetece follar?- Yo frunzo el ceño de inmediato con sus palabras, al mismo tiempo que escucho una carcajada generalizada, proveniente del resto de integrantes del grupo.- Hay rumores de que es bastante fácil convencerte para echar un polvo.- Dirijo al instante mi mirada hacia Calum, quien se encoge de hombros con indiferencia, mientras empieza a remover su café. Yo aprieto con fuerza la mandíbula, tratando de aguantar la compostura, esperando simplemente que sus comentarios cesen.- A lo mejor es que necesitas verme tocar el bajo, para dejarme tocar después el tuyo.- Habla de nuevo, volviendo a situar su mano sobre mi pierna, lo que causa que dé un paso hacia atrás, buscando cortar ese contacto, lo que causa una vez más que sus amigos le rían la gracia.
- Así que te has dedicado a contarlo por ahí.- Suelto centrándome de nuevo en Calum, quien me mira de esa forma en la que parece que no le importa absolutamente nada de lo que estoy diciendo.
- Se lo he contado a mis amigos, creo que no hay nada de malo en eso.- Responde justo antes de llevarse la taza a la boca para poder dar un trago de lo que le acabo de servir.
- Y nosotros tenemos la suerte de que él no escatima en detalles.- Escucho de nuevo la voz de ese chico que está a mi lado, y simplemente veo como se forma una pequeña sonrisa, sin llegar a mostrar sus dientes, en el rostro de Calum.- No es demasiado original que uses tus ojos para follar, y aún por encima que ni siquiera te dignes a hacerle una mamada.- Continúo con mi mirada centrada en el mismo punto, esperando que en algún momento reaccione y le pegue un corte a su amigo, pero no lo hace, de hecho parece que disfruta con todas y cada una de las palabras que está escupiendo.
- A lo mejor se la hubiese hecho si supiera como tratar a una mujer y como conseguir que se corra, porque estoy segura de que no os ha contado que no me ha hecho llegar al orgasmo y que es bastante torpe follando. Que eso de follar sólo metiendo y sacando es muy anticuado ya.- Sus amigos se quedan en completo silencio, y él me observa con los ojos ligeramente entrecerrados, mientras veo como el movimiento de su pecho se ha vuelto más pesado y como está apretando la mandíbula, señal de que no le ha gustado ni un poco lo que he dicho.- La próxima vez que quieras intentar joder a una tía, haciendo el gilipollas con tus amiguitos, asegúrate de que lo haces con una que no tenga más valor que tú.- Le advierto mirándole fijamente a los ojos.- Y tú.- Digo volviendo a centrarme en su amigo.- Como te vea en cualquier momento meterle mano a alguien sin su consentimiento, créeme que te vas a arrepentir.- Veo como realiza los mismos gestos de Calum, apretando repetidas veces la mandíbula.- A ver si evolucionáis y dejáis de comportaros como monos. Si me disculpáis, voy a seguir trabajando.- Termino dándome la vuelta.
Tomo una gran bocanada de aire en cuanto me alejo lo suficiente de ellos, y al llegar a la barra, mi compañera no tarda en empezar una batería de preguntas sobre lo que ha pasado y por qué he tardado tanto en servirles. Decido no darle más bombo al tema y simplemente le digo que conocía a uno de ellos y estuvimos hablando unos minutos. Después de eso, ella retoma la conversación que teníamos antes de llegaran, y yo miro el reloj, todavía una hora y media por delante. Y a pesar de que hago un esfuerzo por mantener mi atención en lo que me está diciendo, no puedo evitar que mi mirada se vaya de nuevo hacia él. Todos sus amigos están riendo de nuevo, sin embargo Calum se limita a dar vueltas en la taza con su cucharilla, manteniendo sus ojos fijos en ese punto. Hasta que en un momento los vuelve a elevar, recorriendo el local hasta que nuestras miradas se cruzan una vez más, y aunque me gustaría ver algún gesto de remordimiento en él, no parece haber absolutamente nada, de hecho no tarde más de dos segundos en volver a centrarse en el café.