Prólogo

7.3K 282 51
                                    

Roma, 3 de enero, 2017

Mi reloj marcaba las 17:55 cuando llegué a su casa.

Me quedé parada mirando la fachada de la casa unos instantes mientras acomodaba las cosas que llevaba entre las manos.

Hoy era nuestro primer aniversario. Llevábamos ya un año juntos, así que había decidido darle una sorpresa. Traía una bolsa llena de comida: su pasta favorita que había comprado en el restaurante que a él más le gustaba de toda Roma, una pizza casera que había hecho yo misma y nuestro postre favorito, mousse de chocolate.

Y en otra bolsa traía su regalo. Una pulsera fina de plata con mi nombre grabado por detrás y la fecha en la que nos conocimos.

Sé que puede parecer cursi pero yo creo que era el regalo perfecto.

Justo cuando pensé que estaba lista y me encaminé hacia la puerta de entrada, alguien dijo mi nombre.

— ¡Daniela! — gritó una mujer mayor a la que reconocí perfectamente.

— Oh, hola Señora Bianchi — la saludé amablemente con una sonrisa en mi rostro.

La Señora Bianchi era la vecina que vivía justo al lado de mi novio, Damiano. Era una señora de unos sesenta y tantos, rechoncha, con el pelo castaño y gafas. Era una señora muy amable, siempre me había caído bien.

Cuando cerró la puerta de su casa y ató a su perro al que parecía que le iba a dar un paseo, se acercó un poco a mí. Yo también me acerqué aunque no tenía muchas ganas de hablar ya que la bolsa de la comida pesaba mucho y tenía ganas de ver la cara de Damiano cuando viera mi sorpresa.

— Pero si estás preciosa — dijo ella mirándome de arriba a abajo.

— Muchas gracias, señora Bianchi.

Me alisé un poco la falda negra que me había puesto junto a unas botas con medias negras y una camiseta color rosa pálido.

— Llámame Elisa, por favor — me pidió ella con una risita corta — No soy tan vieja.

— Bueno, me encantaría seguir hablando con usted señ...Elisa — me corregí rápidamente — Pero es que voy a ir a ver a Damiano, hoy es nuestro primer aniversario - le conté con una sonrisa tonta en mi cara nada más pensar en Damiano.

— Oh, vaya me alegro mucho por vosotros.

— Gracias.

Me giré y eché a andar a casa de Damiano pero volvió a pararme otra vez.

— Daniela, ¿puedo preguntarte algo?

Me frené y la miré.

— Sí, claro.

— ¿Por qué no me has saludado antes? — dijo con una mirada confusa.

Yo fruncí el ceño sin entender a qué se refería.

— ¿Antes? — decidí preguntarle.

— Sí, ¿no has venido antes a ver a Damiano?

La confusión y el miedo se apoderan de mí.

— Yo no he venido antes. ¿Por qué lo dice?

— Oh bueno — se rascó la nuca nerviosa — Hace un rato ha venido una chica a su casa con él y no sé, la he saludado y ella ni se ha inmutado.

Dejé caer las bolsas al suelo y cerré los ojos. No podía ser, tenía que ser un malentendido o algo así.

Sí, tenía que ser eso.

Habría sido nuestra amiga Victoria. Tenía que haber sido ella.

— Mi niña, ¿estás bien? — me preguntó Elisa mientras se encaminaba hacia mí y ponía una mano en mi hombro.

— Sí, sí — fingí una sonrisa más falsa que un billete de seiscientos — ¿Cómo era esa chica?

- Pues no sé, no llevaba las gafas puestas, pero parecía alta y el pelo lo tenía corto y negro...o marrón, no, negro, negro era.

Joder no.

Esa definitivamente no era Victoria, ella era rubia y tenía el pelo largo.

— Vale, gracias Elisa. Me tengo que ir ya.

Dicho eso, recogí las bolsas del suelo y me encaminé hacia la casa a la que había venido. Saqué la llave que me dio la madre de Damiano hace unos meses de mi pequeño bolso y abrí la puerta silenciosamente. Dejé las bolsas en una esquina de la entrada y fui directa a su habitación.

Escuché algunos murmullos que venían de su habitación pero no entendí bien ninguna palabra. Subí las escaleras sigilosamente.

La puerta estaba entreabierta por lo que me agaché un poco y observé en silencio hasta que presencié algo que me rompió en mil pedazos.

Esa chica que encajaba perfectamente con la descripción de la Señora Bianchi se lanzó hacia él y lo besó en la boca. Pero lo peor es que él no se apartó.

Me alejé de la puerta y las lágrimas empezaron a salir de mis ojos a una velocidad incesante. Todo estaba borroso. Intenté llorar en silencio hasta que me tambalée y sin querer tiré un enorme jarrón de cristal que había de adorno.

— No, mierda, no — susurré para mí misma.

Y para mi más mala suerte, el infiel de mi novio salió de su habitación y abrió los ojos como platos al ver la escena que tenía delante. Yo llorando y el jarrón destrozado en millones de pedazos.

Como mi corazón.

— No, Daniela, no sé lo que has visto, pero no ha sido así, te lo juro — empezó a decir angustiado.

Se acercó a mí y me cogió del hombro pero yo me zafé de él.

— Sé perfectamente lo que he visto.

Salí disparda hacia las escaleras agobiada. Sabía que él venía detrás, pero me daba igual.

— Daniela, por favor déjame explicarte — rogaba y parecía que también estaba llorando — Sabes que te quiero.

— Que te jodan — fue lo último que solté cuando salí de esa casa.

Eché a correr a paso firme hacia mi casa, intentando limpiarme las lágrimas con el puño de mi camiseta, pero era imposible, cada vez salían más de mis ojos.

Sabes que te quiero, recordé sus palabras mientras iba a mi casa.

Pero no me quiere. Estaba besándose con otra.

Y yo como una gilipollas montando una sorpresa para nuestro aniversario.

Pero se acabó. Se acabó.

No quiero volver a saber nada más de él.

------------------

Buonasera!

Aquí estoy yo con mi primer fanfic, que de verdad espero que os guste.

¿Qué tal? ¿Qué os ha parecido?

Si os ha gustado, ya sábeis, votar y comentar ❤

Nos vemos muuuy pronto 💋

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora