Capítulo 40

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Maratón 3/3

Un día.

Ese es el tiempo exacto que ha pasado desde la noche de Eurovisión y este momento. Veinticuatro horas.

Si alguien me hubiera dicho todo lo que me iba a pasar en ese viaje, nunca lo hubiera creído. Miro mi muñeca. Ya no queda ni rastro de la marca del agarre de aquel desgraciado. Ahora solo puedo pensar en mi futuro. Y ese futuro está frente a mí abriendo la puerta de su casa para entrar.

Damiano.

Miro la fachada de su casa. Solo he entrado en ella una vez. Y ahora se va a convertir en mi nueva casa. Espero poder crear bonitos recuerdos aquí.

Al principio me atemorizaba la idea de venir a Italia a vivir. Lo sentía incluso como empezar de cero. Solo iba a conocer a Damiano y al resto de la banda. Pero como hay personas en la vida a las que básicamente es imposible de dejar atrás, es por eso que Carla también está en Italia. La han dejado que pase la noche en Casa Måneskin. Y ella tan feliz. Nunca la había visto así. Ahora mismo seguro que estará restregándose por todos los lados de esa enorme casa. Me alegro de que esté aquí conmigo. Debe de ser la única fangirl sobre la faz de la Tierra que está a un paso de conseguir liarse con su crush.

— Daniela — me avisa él.

Ya ha abierto la puerta.

Voy lista para entrar pero parece que hay cierto hombre que no quiere que lo haga. Me coge y me carga al estilo nupcial.

— Oye, ni que nos acabáramos de casar, ¿eh?

Me mira mientras va subiendo las escaleras conmigo en brazos. Es de noche y no hay ninguna luz encendida, por lo que lo único que medio nos ilumina es la leve luz de la noche que se cuela por las ventanas.

— ¿Tú quieres que nos casemos, nena? — abre la puerta de su habitación y por fin enciende la luz.

— No, no, no... bueno, sí — bromeo. Aunque en realidad no es broma.

Me deja en el suelo y me da la vuelta. Me abraza por detrás y me hace caminar hasta llegar al centro del cuarto. Una pregunta que me rondea por la cabeza desde hace unas horas me vuelve de repente y decido hacérsela.

— Y bien, dime, ¿cómo se siente?

Me suelta dejándome mi propio espacio. Lo he dejado confundido.

— ¿El qué, exactamente?

— Cuando te fuiste de Italia simplemente eras el cantante de un grupo reconocido nacionalmente, y ahora eres el cantante del grupo ganador del festival más importante de Europa. Estás alcanzando fama a nivel mundial — me explico mejor — ¿Cómo se siente eso?

Entrecierra los ojos mirándome.

— A decirte verdad todavía no puedo creer que todo eso esté pasando. Pero me gusta. Y de todas formas, tanto los chicos como yo hemos trabajado muy duro para conseguir ese reconocimiento a un nivel mundial.

Acaricio su cara y aparto un mechón de pelo de su frente.

— Estoy orgullosa de ti.

Le planto un beso en la boca.

Ahora él está mucho relajado. Al fin. No durmió nada anoche, y yo tampoco. Y encima él ha estado cabreado un buen rato por todo lo que se dijo en las redes de él. Por un puto gesto de mierda que hizo mientras esperaban que el público votara, la gente empezó a inventar que se había drogado. Y eso no fue así.

Me lleva hacia la cama y me tumba sin dejar de besarme. Abro un poco mis piernas para que se coloque entre ellas y se tumbe encima de mí.

Levanta mi camiseta y dirige su mano hacia una de mis tetas.

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora