Capítulo 23

2.4K 157 59
                                    

— ¿Daniela? ¿Quién es Daniela? — pregunta desde la otra línea.

Suspiro ruidosamente y volteo los ojos por quinta vez desde que ha empezado la conversación. Aunque no es una conversación, más bien es un monólogo de él solo diciendo tonterías.

Va jodidamente ebrio.

— No me suena de nada ninguna Daniela — se ríe.

Me despego el movil de la oreja y veo que ya llevamos diez minutos de llamada. Diez minutos perdidos.

— Damiano, escúchame — le pido.

No responde.

Solo escucho sus pasos como si estuviera subiendo unas escaleras. Sus zapatos resuenan contra los escalones a cada paso que da.

Y luego escucho que abre una puerta. Se mantiene en silencio en todo momento.

— Damiano — lo llamo.

Se escucha una especie de golpe. Como si se hubiera chocado con algo.

— Me cago en la puta — murmura entre dientes.

— ¿Te has hecho daño?

— Comparado con el que me haces tú, esto no ha sido nada.

Vaya. Qué golpe bajo.

— Oye, yo no te hago daño — le digo.

— Tienes razón. Me lo hago yo mismo pensando que alguien como tú querría estar con alguien como yo.

Dios, ahora se está poniendo intenso y melancólico.

Creo que ahora está cogiendo algo y parece estar bebiendo.

— Deberías dejar de beber — le aconsejo.

— Oblígame.

Hasta borracho sigue siendo un tozudo.

— No vas a llegar a ninguna parte con el alcohol.

— No pretendo llegar a ninguna parte — contesta aburrido.

Me paso una mano por el pelo. Hablar con el Damiano sobrio ya es complicado. Pero hablar con el ebrio es prácticamente imposible.

— Damiano, tienes que volver. Los chicos te están esperando. Eurovisión es en apenas unas semanas.

— Me importa una mierda Eurovisión.

Le da un largo trago a lo que sea que esté bebiendo. Logro oírlo desde aquí.

— Sabes que no es verdad. Eso te importa.

Suelta un suspiro.

Sigo intentando convencerlo para que vuelva. Pero no consigo resultados. Se está cerrando en banda. Y parece que esté hablando sola, porque apenas me responde, y si lo hace es con palabras intangibles que ni siquiera se entienden debido a su evidente estado.

Me va a tocar cambiar de estrategia. A ver si así consigo algo.

— Te quiero — le digo.

— ¿Qué? — responde rápidamente.

¿Ahora sí que responde, no?

Esa pregunta la ha dicho bastante bien. Se le ha entendido a la perfección. Juraría que le he quitado la borrachera que llevaba encima con solo dos palabras.

— ¿Puedes repetir eso, por favor? — su voz derrocha sorpresa.

— Claro — accedo — He dicho que te quiero...— alargo un poco la "o" — Te quiero ver mañana aquí a primera hora para ensayar con la banda. Con tu banda.

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora