Capítulo 38

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Maratón 1/3

Miro mi móvil otra vez más. El bullicio del restaurante no me deja concentrarme bien. Es Carla mandándome incontables stickers de Måneskin. ¿Cómo leches puede tener tantos? Esa chica es especial. Levanto la vista y escaneo el lugar un momento. Aún no me creo que vayamos a cenar todos juntos. Damiano, Ethan, Thomas, Victoria, Silvia, Carla y yo. No sabía si quizá iba a ser buena idea, porque estará Ethan y después de lo que me pasó con él cuando estuve en Italia no hemos vuelto a hablar y además pienso que la cosa estará un poco tensa. Pero he de admitirlo, solo por ver a Thomas y a Carla en la misma mesa merece la pena aguantar cualquier incomodidad. Daría hasta lo que no tengo por ver eso.

Siento el roce de una mano por mi muslo. Va avanzando poco a poco, como si así no fuera a darme cuenta. Se cuela por debajo de la tela de mi vestido y es entonces cuando tengo que frenar el avance.

— Damiano, deja quieta la mano — le digo yo.

— ¿Qué más te da?

— ¿Cómo que qué más me da? — le doy una mirada reprochadora — ¿Sabes qué tus amigos pueden venir en cualquier momento, verdad? — le doy un pequeño manotazo para que aparte la mano y capta el mensaje.

— Joder, Daniela — suspira — Es que siempre te pones los mejores vestidos en las peores ocasiones.

— ¿Cenar es una de esas peores ocasiones?

— Claramente — apoya los codos en la mesa — ¿Cómo coño crees que me voy a concentrar en la comida cuándo lo único que voy a querer es comerte a ti?

Río. Tengo que reconducir esta conversación antes de que se vaya aún más de contexto.

Aunque por picarlo un poco más no pasa nada.

— Pues entonces ya te adelanto yo que te vas a quedar con hambre — me río.

— No adelantes tanto — dice insinuante y me besa para que no pueda responder nada más.

Me coge de la nuca y me obliga a acercarme más a él. El olor de su perfume inundando mis fosas nasales. Su camisa negra con unos botones desabrochados dejando una mínima vista de su torso. Va vestido totalmente de negro. Y le queda súper bien. Como si ese color hubiera sido inventado específicamente para él.

Alguien se aclara la garganta delante de nosotros. Vuelvo de lleno a la realidad. Freno el beso y me acuerdo de que estamos en un sitio público en el que mogollón de gente puede vernos.

— Iros a una puta suite y allí os liáis tranquilos — bromea Victoria, que se encuentra delante de nosotros y empieza a coger asiento en nuestra mesa.

Viene seguida de Thomas y Ethan. El primero viene amable y nos saluda, pero Ethan solo saluda a Damiano y pasa de mi puta cara.

Incomodidad nivel Dios.

— ¿No iban a venir tus amigas? — me pregunta Victoria.

Asiento mirándola.

— Sí, tienen que estar al llegar.

— ¿Va a venir tu amiga esa que es periodista? — inquiere ella recostándose en su silla — Ya sabes, la rubia.

Sonrío. Ojalá hubiera podido grabar a Victoria preguntando eso para mandárselo a Carla. Seguro que se moriría.

— Pues sí — me giro hacia Thomas — ¿Qué tal te fue en la cita que te organice con Carla?

— Que yo organice, querrás decir — Damiano interrumpe y coloca su mano en la parte baja de mi espalda — No te lleves un mérito que no es tuyo, nena.

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora