Capítulo 41

1.9K 124 29
                                    

No puedo dormir.

Necesito pensar. Reflexionar.

Mi mirada perdida en el techo. Muevo mis manos sin sentido encima de mi regazo. Sé que es de madrugada, pero no sé qué hora es. Y me da igual. Estoy cansada, aunque no tengo sueño. No puedo dejar de pensar. De darle vueltas a la cabeza. Los resultados de las dos pruebas de embarazo que me hice no salen de mi mente, me persiguen. Positivos. Y ese tipo de pruebas suelen ser bastante fiables. Creo que fue ver el positivo y recordar perfectamente cómo mantuvimos relaciones en aquel puto hotel en Países Bajos. Se nos olvidó la protección.

Me echo las manos a la cara. Esto no se suponía que tenía que pasar. Yo venía a empezar una nueva vida aquí en Italia. Con Damiano. Solos él y yo.

Es increíble cómo ocurren las cosas. Y justo en el mejor momento. Cuando la banda está empezando a despegar hacia la fama internacional. Él está muy centrado en eso. Mañana sin ir más lejos se van para hacer un pequeño tour por varios países. Serán unos días, según me dijo. Quizá en esos días yo pueda tranquilizarme y ver qué voy a hacer. Y cómo se lo voy a contar.

Y no, no se lo he dicho aún.

Estuve a punto de hacerlo ayer mientras hablábamos por teléfono. Estaba tan decidida a hacerlo. Y me cagué en el último segundo. Tal cual.

No sé si fue porque me daba miedo su reacción, porque no quería desconcentrarlo en estos momentos tan importantes de la banda o porque ni siquiera yo me lo creo todavía. Y debería ya de creerlo. Porque esto va enserio.

Lo miro. Descansa a mi lado en la cama. Parece que está en un sueño profundo. Está bocabajo. Puedo ver su cara. Se ve tan relajado. Tiene los brazos estirados hacia arriba, sus manos por debajo de la almohada. Mis ojos vagan por su espalda desnuda. Ese enorme tatuaje llenándola entera, apenas dejando ver su piel. Llevo uno de mis dedos hacia el dibujo. Intento ser lo más cautelosa posible para no despertarlo. Trazo uno de los ángeles que se encuentra en un extremo del gigantesco dibujo. Este tatuaje siempre me ha llamado mucho la atención. Los ángeles, las flechas, las llamativas llamas de fuego en la parte baja. Todo eso unido en un perfecto caos de tinta oscura. Me transmite una sensación increíble de guerra y desorden, con un toque de dolor y redención.

Meneo la cabeza apartándome de él. Creo que llevo tanto sin dormir bien que ya no sé ni qué pienso.

Por un momento llevo mi mano hacia mi vientre y lo miro a él. La sola idea de pensar en Damiano con un bebé es tan rara. Y más cuando no sería un bebé cualquiera, sería nuestro bebé. Algo nuestro. Me lo imagino con nuestro bebé entre sus brazos, acunándolo. Acariciando su pequeño rostro, tocando sus manitas o besando su cabeza. Santo cielo, que imagen mental.

Pero me la tengo que sacar de la mente. Todas esas cosas son demasiado bonitas para ser reales. Además, no quiero hacerme demasiadas ilusiones.

Me bajo de la cama sigilosamente. Quiero ir a beber agua. Voy de puntillas hacia la puerta. Una vez fuera de la habitación salgo disparada hacia la cocina. Bebo algo de agua y acaricio a Bidet y a Legolas. Los gatos estaban por el salón. Me ha sorprendido, es tarde y son de dormir mucho.

Una luz cegadora ilumina de repente el salón. Viene de la mesa que hay delante del sofá. Me acerco un poco y veo que qué es.

El móvil de Damiano.

Creo que está recibiendo algunos mensajes. No le doy mucha importancia de primeras. Pero se la comienzo a dar cuando veo que la pantalla no deja de iluminarse una y otra vez. No cesa.

¿La curiosidad? La curiosidad me está matando.

No me gusta lo que estoy a punto de hacer. Yo soy la primera qué piensa que indagar en el móvil de los demás no está bien. Pero quizás eche eso a un lado por un instante. Total, por mirar quién es no pasará nada, ¿no?

Me enamoré del Diablo {Damiano David}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora